Ciudad del Vaticano.— La noche llegó a la Plaza de San Pedro donde más de 40 mil personas no dejaban de mirar hacia el rincón entre el cielo y la pequeña chimenea de la Capilla Sixtina; casi cuatro horas más tarde de que iniciara el Cónclave en esta primavera del 2025 provocaron inquietud y decenas de teorías sobre lo que ocurría -o no- dentro del recinto que sucita más interés en estos días. De pronto, apareció: un hilo grisáceo que se tornó oscuro, era humo negro que decía lo evidente: Aún no hay Papa.
La señal no sorprendió, pero sí estremeció. El primer escrutinio del cónclave concluyó sin acuerdo. Se sabía que la jornada inaugural rara vez define al elegido, pero la aparición del humo, denso y negro, trajo algo más que una confirmación: la espera. Adentro, los cardenales confirmaron su trabajo, su discernimiento, su votación y el proceso que ello conlleva.
Afuera, las grandes hipótesis sobre el retraso de la fumata: la posibilidad de votos nulos que debieron repetirse, una emergencia médica padecida por alguno de los venerables cardenales, una falla técnica de la estufa, la sorpresa de una primera votación con un perfil cardenalicio bastante adelantado y la decisión de los purpurados de hacer una segunda votación no prevista pero necesaria para confirmar el influjo del Espíritu... todas, sin embargo, son especulaciones. Nadie excepto los cardenales y el puñado de auxiliares sabe lo que realmente pasó ahí dentro.
De cualquier modo, lo que sí se sabe es que los 133 cardenales escribieron el nombre de su elección, depositaron las papeletas en la urna; luego vino el conteo, la cancelación ritual (se atraviesa la papeleta con hilo y aguja) y finalmente el fuego. Todo según lo previsto, con los químicos precisos, la quema de los votos se convirtió en mensaje para el mundo: "todavía no".
Afuera, la ansiedad fue palpable, el retraso en la aparición del humo alimentó conjeturas de quienes pensaban que no se había votado, otros especulaban sobre una doble ronda secreta. Pero cuando el humo comenzó a brotar, las dudas se disiparon: fue un día sin consensos.
El sistema sigue su curso, el miércoles hay cuatro votaciones están previstas: dos en la mañana y dos en la tarde. Si hay humo blanco en cualquiera de ellas, será inmediato. Si no, volverá el negro al cielo del Vaticano.