Ciudad de México.- Tras dieciséis años desde la última ordenación episcopal de un fraile agustino recoleto a los pies de la Virgen de Guadalupe de México, Francisco Javier Acero Pérez (naturalizado mexicano originario de Valladolid, España), recibió la plena consagración ministerial el pasado 18 de noviembre de manos del cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar Retes; el nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri; y Carlos Briseño Arch, el obispo de Veracruz formado en la Orden de Agustinos Recoletos quien también fue consagrado en el Santuario del Tepeyac como obispo auxiliar de México.
Acero expresó que en el actual momento del país es fundamental que "todos seamos prójimos e impulsemos la acercanza; que es la acción que ayuda a ir más allá de una proximidad física, a dar un paso para tener una proximidad afectiva".
"Aprender a amar es el objetivo que tenemos todos los días, por favor no lo desperdiciemos", dijo al clero y a la feligresía que le acompañó en su ceremonia de ordenación.
A diez días de cumplir 49 años, Acero Pérez fue consagrado obispo para enseñar, gobernar y santificar al Pueblo de Dios como auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México. Fray Javier tiene una experiencia de 23 años como sacerdote especialmente en el desarrollo de actividades de atención humanitaria hospitalaria, administración de centros educativos, promotor de comunicación eclesial y un activo participante de las acciones de prevención, protección y atención de casos de abuso sexual dentro de la Iglesia católica.
En su primer mensaje, Javier Acero pidió a los creyentes -y también a los alejados-, que encomienden una oración por él para ser cercano al pueblo de Dios.
También hizo memoria del arzobispo de México, Luis María Martínez (a quien se le reconocen virtudes espirituales y cuya causa de beatificación se encuentra abierta), quien señaló en algunos de sus muy reconocidos libros místicos que "para llegar a Dios hay que subir, pero la paradoja consiste en que el secreto para subir es bajar".
"Por eso necesito oración, para ser cercano con todo el pueblo de Dios: hermanos, nos une el Evangelio, el compromiso de acompañar a los más vulnerables de la sociedad", aseguró Acero Pérez.
El nuevo obispo auxiliar, que se integra al equipo de trabajo del cardenal Aguiar, aseguró que tiene conocimiento de la Ciudad de México, reconoció que al interior de la Iglesia local hay buenos sacerdotes, religiosos y laicos que trabajan desde su propia opción vocacional y ayudan a crear una verdadera fraternidad y a buscar juntos soluciones en los diversos ambientes y culturas que tiene la capital de la República.
Acero convocó a que los cristianos de la capial de México sigan "caminando juntos, esperando y sembrando en vistas a resultados a largo plazo, viviendo la fraternidad".
Como ejemplo, el nuevo obispo comentó que hay testimonios de gran proximidad afectiva, de 'acercanza' al pueblo de Dios: el Tata Vasco, san Ezequiel Moreno, san Rafael Guízar y Valencia: "Ellos siguieron a Jesús desde el servicio atento y comprometido, a pesar de la difamación y las envidias, su único fin era estar cercano a los más débiles y lo consiguieron".
"El amor desarmado y desarmante de Jesús me invita a acoger la misericordia y ser misericordioso con los más débiles de nuestra sociedad. Así lo comparto hoy, delante del pueblo santo y fiel de Dios, y ante la imagen de nuestra querida Virgen de Guadalupe: misericordia pido, misericordia quiero", concluyó fray Javier.
En su mensaje homilético Aguiar Retes insistió en que "el episcopado es un servicio, no un honor, por ello el obispo debe, ante todo, vivir para los fieles y no solamente presidirlos; el que es mayor, según el mandato del Señor, debe aparecer como el más pequeño y el que preside, como el quien sirve".
Aguiar expresó a su nuevo hermano y colaborador en el servicio episcopal: "Ama con amor de padre y de hermano a cuantos Dios pone bajo tu cuidado, especialmente a los presbíteros, diáconos, colaboradores en el ministerio sagrado, a los pobres, a los débiles, a los que no tienen hogar y a los inmigrantes. Exhorta a los fieles a trabajar contigo en la obra apostólica y procura siempre atenderlos y escucharlos. De aquellos que aún no están incorporados al rebaño de Cristo cuida sin desmayo, porque ellos también te han sido encomendados en el señor", concluyó el cardenal.