Ciudad de México.- No sólo los desafíos inherentes a la pandemia de COVID-19 sino los profundos cambios de la sociedad contemporánea exigen un decidido cambio de actitud de los católicos en la transmisión del mensaje cristiano en el siglo XXI, explicó el arzobispo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, a los obispos de México durante la Semana de Formación Permanente.
En su disertación, Fisichella remarcó que entre las culturas contemporáneas es cada vez más común encontrar expresiones de desapego de la fe y formas generalizadas de indiferencia religiosa: “preludio de un ateísmo de hecho”.
Aseguró que, en el pasado, era más fácil transmitir el Evangelio: “Nuestras familias vivían en un contexto social donde la comunicación de valores estaba arraigada en un estilo de vida que permitía la recepción de un único mensaje… La comunidad cristiana vivía una impresionante circularidad que permitía la transmisión de contenidos como una voz al unísono”.
El asesor pontificio para la Evangelización consideró que “el contexto de fragmentación actual, unido a la pluralidad de posiciones y sobre todo a la diversificación de los lenguajes, requiere una mayor atención y esfuerzo”. Fisichella insistió a los obispos mexicanos que la nueva cultura está ya frente a la Iglesia y aún hay rostros escépticos que no lo creen “pero se deberán enfrentar a ella en los años siguientes”.
Fisichella pidió al episcopado mexicano la promesa de que colegialmente reflexionen en que no se puede ocultar la diversidad generacional y que les exige encontrar instrumentos que hagan la transmisión de la fe dinámica y eficaz: “El riesgo de ser incapaces para sintonizar con las generaciones jóvenes es problemático, grave”.
A lo largo de su intervención, el arzobispo mencionó el gran desafío que toca a la Iglesia en la cultura digital y en la participación de esos espacios: “Es inútil pensar en buscar pretextos para permanecer encerrados en nuestras comunidades”.
Ante la pandemia de COVID y sus efectos, Fisichella compartió con los obispos los acentos revelados por la crisis sanitaria que ha definido nuevos escenarios para la humanidad. Para el experto, el COVID permitió redescubrir la importancia de las relaciones humanas en la vida y, por tanto, de la importancia de la comunidad: “En un momento en que el individualismo reina en occidente, el virus permitió revelar la importancia de la comunidad y las relaciones interpersonales”.
Dijo que la pandemia reveló las debilidades del ser humano y, al mismo tiempo, el valor de la solidaridad. Aseguró que la crisis sanitaria recuperó entre los creyentes el sentido de la oración, y entre los sacerdotes “la oportunidad de ser creativos y encontrar nuevas formas de pastoral”.
Fisichella concluyó con un llamado a los obispos católicos “a poner en marcha una pastoral a la luz del encuentro como lo ha indicado el papa Francisco: La Iglesia en salida es una Iglesia que encuentra”.