Monterrey, Nuevo León.- La instrucción del arzobispo Rogelio Cabrera López para que la Iglesia católica acuda a hacer misión y construir comunidad en las zonas habitacionales más marginadas de los municipios neoleoneses se concreta de formas audaces y creativas. Es el caso de las capillas de la colonia Valle de Santa Isabel, en Juárez, donde literalmente se congrega a la feligresía bajo un inflable en forma de iglesia; o la misión parroquial de Santa María Reina en García, cuya construcción avanza lentamente; o la misión parroquial San Pedro y San Pablo en Salinas Victoria, al norte de la capital, en las zonas precariamente urbanizadas.
El arzobispo ha enviado a sacerdotes experimentados a "hacer Iglesia" en esos nuevos rincones de la arquidiócesis de Monterrey y a todos les ha expresado el mismo sentimiento: "Aunque mis ojos no vean el final grandioso de esta parroquia estoy seguro que algún día, puede ser pronto puede ser después, tendremos una Iglesia, un tiempo material para que se congreguen y vivan con alegría el Evangelio”.
Por lo pronto, sin embargo, sólo hay buena voluntad, creatividad y mucha fe para hacer presente el Evangelio en esas localidades. Los sacerdotes no tienen un lugar propio para oficiar ni presidir la liturgia. En algunos casos cuentan con un tendajón de lámina y algunas sillas que los pobladores aportan y en otros casos, incluso se cuenta con mucho menos para la asamblea dominical.
El párroco misionero en Salinas Victoria, por ejemplo, celebra a cielo abierto y a ras de tierra en un predio que le facilitan para convocar a la feligresía. La gente ha donado algunos bancos de plástico para seguir la misa con un poco más de comodidad.
El caso más curioso, sin embargo, es el de la capilla en la colonia Valle de Santa Isabel, en Juárez. El sacerdote Luis Eugenio Castillo Leal junto a decenas de creyentes se reúnen todos los sábados a las 17:00 horas en un parque público y ahí se "infla" una estructura de plástico -donada por otro de los padres misioneros- para recibir a la comunidad. La peculiar "capilla inflable" se ha convertido en un símbolo para la comunidad de cómo, a pesar de las carencias, hay deseo de participar de la formación religiosa y también para vivir un momento de asistencia espiritual relevante.
Según se relatan en medios locales, previo a la adoración eucarística, la comunidad instala ventiladores, bocinas, arreglos florales, mesas; después, la comunidad participa de diversos actos sólo durante un par de horas. Luis Eugenio Castillo Leal, reconoció que no ha sido sencillo mantener esta iniciativa: “El que tengamos esta capilla inflable es un lugar donde sentimos que el abrazo de Dios se extiende a través de todos los vecinos de Santa Isabel [...] El abrazo de Dios existe a través de tantas manos generosas que me apoyan y me hacen fuerte para levantar la capilla cada semana”, dice el sacerdote.
La misión encomendada a Castillo por su arzobispo es lograr la construcción formal de un templo; sin embargo, con la capilla inflable se ha logrado unir a la comunidad entorno a objetivos más grandes. La "iglesia inflable" se ha convertido en un punto de encuentro y apoyo para la comunidad. Voluntarios organizan actividades como catequesis para niños y jóvenes, así como eventos comunitarios.
Carolina Suárez, coordinadora de catequesis, también hizo un llamado a las autoridades y la comunidad para obtener el apoyo necesario: “Necesitamos un terreno donde establecernos. Andamos de un lado a otro y ya se merece Dios un lugar digno. Llevamos más de 10 años sirviendo y necesitamos que nos echen la mano. Dios va a bendecir a todos los que nos apoyen, estoy segura de eso”, dijo Carolina Suárez
Seminaristas relataron que el impacto de la iglesia inflable va más allá de la misa semanal. Ha fomentado un sentido de pertenencia y solidaridad entre los vecinos de Valle de Santa Isabel, quienes han encontrado en este espacio un lugar para compartir sus preocupaciones y alegrías, fortaleciendo así los lazos comunitarios.
Con la firme esperanza de obtener un terreno pronto, la comunidad de Valle de Santa Isabel sigue reuniéndose cada sábado, fortaleciendo su fe y unidad a través de su iglesia inflable, mientras continúan trabajando para hacer realidad su sueño de un templo propio.