San Cristóbal de las Casas, Chiapas.- El asesinato de Simón Pedro Pérez López, catequista y líder social indígena de Pentalhó, el 5 de julio pasado, ha despertado en la Iglesia católica y otras religiones del estado de Chiapas una profunda indignación ante la inoperatividad de las autoridades públicas que permiten el surgimiento de fuerzas paramilitares que devienen en células de crimen organizado aliadas al “narco gobierno”.
Según fuentes periodísticas, durante el fin de semana del 10 y 11 de julio, 300 personas se encontraban albergadas en la cabecera municipal, unas 500 en Yabteclum y otras 200 de Pechiqui; en su mayoría mujeres y niños de La Esperanza, Acteal Alto y Actel Bajo, Kextic Centro, Kextic Poblado y Javal Ton huyeron por las montañas luego de enterarse que hombres armados habían emboscado a policías y militares que habían llegado a tomar el control en Pantelhó. El recuerdo de la masacre de Acteal del 22 de diciembre de 1997 los fuerza al autoexilio preventivo.
La diócesis de San Cristóbal de las Casas publicó recientemente una carta dirigida a las autoridades civiles, al representante del Papa Francisco en México, al colegio de obispos católicos mexicanos y a la opinión pública en la que, además de relatar las atrocidades del crimen y la omisión de la justicia, hacen un exhorto a la federación para que no se repitan masacres (como las ya vividas en la región), que se garantice la seguridad a la población y que se resuelvan casos que han quedado en la impunidad:
“Ayer con dolor nos enteramos del asesinato de nuestro hermano Simón Pedro Pérez López, indígena tzotzil, catequista de la parroquia de Santa Catarina, Pantelhó… quien además fue presidente de la Organización Civil Las Abejas de Acteal, cuyos integrantes han llevado una lucha pacífica en la búsqueda de la justicia”, inicia el comunicado.
La Iglesia católica local insiste en que se ha advertido que “varios habitantes del municipio de Pantelhó han denunciado que desde hace varios años vienen sufriendo las amenazas de personas de la autoridad municipal coludidas con el crimen organizado en la cabecera municipal y diferentes comunidades del municipio… así como asesinatos de personas que han quedado sin que se aplique la justicia”.
La mezcla de impunidad y autoridades corrompidas en la región angustia a los habitantes que sólo encuentran una explicación lógica:
“Tal parece que hay intereses oscuros que generan omisión a las denuncias, se minimiza, se atiende con dádivas y programas que no responden a la situación de fondo”.
Sin eufemismos, la diócesis de San Cristóbal de las Casas bajo la guía del obispo Rodrigo Aguilar Martínez acusa: “Volvemos a ver en Chiapas la reactivación de fuerzas que mutaron de paramilitares a crimen organizado aliados al narco gobierno que han invadido nuestro estado para controlar la resistencia de los pueblos organizados que defienden su autonomía”.

La preocupación es que estos crímenes revelan otros planes de inestabilidad, atentados y amenazas a los pueblos. Una de ellas fue revelada por el sacerdote Marcelo Pérez, párroco de la comunidad mundialmente conocido por su compromiso social en el acompañamiento pastoral de su feligresía. El párroco denunció que tras el asesinato de Simón Pedro Pérez aparecieron dos bombas y tres detonadores en dos hogares del ejido Nuevo Israelita… “son de las personas que mataron a nuestro hermano. Los ejidatarios identifican a los dueños de las dos casas como parte del crimen organizado en Pantelhó”.
El religioso fue testigo de cómo el ejército mexicano no pudo desactivar los artefactos explosivos y decidió detonarlos sin afectar a la población. La detonación de los artefactos destruyó las dos casas: “Así quedaron las casas, pero no hubo lesiones hacia las personas. La muerte de Simón Pedro hizo que se descubriera estas dos bombas y así se salvó la vida de la comunidad”, explicaba el sacerdote mientras mostraba las ruinas provocadas por los explosivos y se cuestionaba los planes del crimen organizado para atentar con dichos explosivos.
En ese contexto, la organización de Autodefensas del Pueblo ‘El Machete’ acusó en un comunicado fechado el 9 de julio pasado, que desde el año 2002, el juez municipal de Pantelhó, Austroberto Herrera Abarca, “abrió las puertas al crimen organizado y a los narcotraficantes y comenzó a matar a los que se oponen con sus actividades”.
Las Autodefensas aseguran que el juez ha ultimado a cerca de 200 personas: “al principio denunciamos, pero el ministerio público nunca tomó en cuenta nuestras denuncias y algunos de nuestros compañeros fueron asesinados por denunciar la violencia que estamos viviendo”.
La acusación a las autoridades civiles municipales tuvo reacción inmediata: el presidente municipal electo de Pantelhó, Raquel Trujillo Morales, acusó al sacerdote Marcelo Pérez Pérez de liderar grupos paramilitares “que manejan armas y bombas de fuego y que son los que atemorizan a la comunidad” y de provocar la inestabilidad de la región donde la presidencia municipal cuenta con el respaldo social.
Fueron finalmente las autoridades rurales del municipio, líderes sociales y representantes de diversas iglesias las que manifestaron su apoyo al padre Marcelo Pérez y exigieron la renuncia de la presidenta municipal en funciones, Delia Yaneth Flores Velazco, y el presidente electo, Trujillo Morales.
“69 agentes municipales, 4 comisariados ejidales, 66 representantes de diferentes denominaciones religiosas de las 85 comunidades y alrededor de tres mil a cuatro mil ciudadanos de este municipio… analizamos nuestra lamentable situación que estamos viviendo desde hace 20 años y que en estos últimos meses se ha ido acrecentando más”.
El documento firmado y sellado por todos los liderazgos de la región acusan a Flores Velazco y Trujillo Morales como líderes del crimen organizado del municipio y afirman: “Es totalmente falso que se estén formando grupos paramilitares y que estén encabezados por el padre Marcelo Pérez Pérez y por personas de la comunidad de San José Tercero… es falso que el presidente electo lo respalden los 85 agentes municipales… aclaramos que sí es verdad el surgimiento de autodefensas del pueblo de Pantelhó ante la presencia del crimen organizado”.
El documento anexa las firmas y sellos de los agentes municipales, comisariados y las firmas y huellas de los representantes de las religiones presentes en la localidad.

“La espiral de violencia que vivimos en el estado, el dolor de los pueblos son una herida abierta de la diócesis… que la sangre de Simón Pedro y de todas las personas asesinadas sea semilla para la liberación de los pueblos, para despertar la conciencia de luchar por la paz, para construir un mejor futuro de los niños y niñas indígenas que sufren marginación, persecución y desplazamiento. La sangre clama paz, la sangre clama justicia, pero nunca clama venganza”, concluye el mensaje de la diócesis chiapaneca.
ASÍ LO REPORTAMOS: Nuevamente Simojovel, delincuencia amenaza de muerte a párroco y comunidad