Ciudad de México.- Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebró que, a treinta años del restablecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre el Estado Mexicano y la Santa Sede, se haya logrado un primer paso en la protección institucional del derecho humano fundamental a la libertad religiosa.
Durante el encuentro académico ‘Laicidad abierta y libertad religiosa, una visión contemporánea’ realizado en Palacio de la Escuela de Medicina de la UNAM, Cabrera López recordó que la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, decretada en 1992, ha legislado los primeros avances en materia de derechos y deberes de los ministros de culto y líderes religiosos.
Acompañado del canciller Marcelo Ebrard y el Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, el presidente de la CEM reconoció que pese a los avances aún falta mucho por hacer porque la verdadera libertad religiosa no se puede limitar a la libertad de culto.
“Se tiene que llegar a permitir que cada persona practique y viva su fe, viva según su conciencia sin llegar nunca a violentar los derechos de las demás personas, contribuyendo a la construcción de una mejor sociedad”, explicó Cabrera López.
Rogelio Cabrera recordó que la libertad religiosa es un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y la paz.
Por ello, reiteró que los obispos de México consideran fundamental que el Estado sustente y asegure un orden justo para todos sus integrantes.
Es allí, dijo, donde todos los ciudadanos encontrarán la seguridad de sus derechos y obligaciones que los lleven a construir la causa común que todos deseamos viviendo las propias convicciones y construyendo una mejor sociedad para todos.
“Creemos y sostenemos que la libertad religiosa es un bien para los ciudadanos y no un escudo para proteger privilegios de pastores o líderes religiosos, pues estamos conscientes que la grandeza política se muestra cuando en momentos difíciles se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo nunca de privilegios o prebendas”, enfatizó Rogelio Cabrera.
De manera contundente, advirtió que los obispos de México tienen claro que los ministros de culto católicos no pueden hacer política partidista, pero al mismo tiempo como ciudadanos asumen su responsabilidad de participar en la vida política del país.
En ese sentido, invitó a la clase política a saber escuchar el punto de vista del otro facilitando que todos tengan un espacio.
“Como Iglesia queremos que se evite el fanatismo y el fundamentalismo religioso que encuentra razones para sacrificar miles de vidas sobre el altar de la intolerancia, a tal grado que los ataques a la libertad religiosa generan nuevas formas de persecución que alcanza niveles preocupantes de odio y violencia”.