Acapulco, Guerrero.- La crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus conlleva una crisis económica que urge a la ciudadanía a un cambio radical de vida: más sencilla, enfocada en la dignidad, colaborativa y al servicio de los demás. Al menos así lo sintetiza el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González en un breve opúsculo sobre economía solidaria titulado 'Ante la necesidad que crece, la esperanza de un buen cuidado de casa'.
El arzobispo señala que los efectos de la pandemia por COVID “han hecho evidente la urgente necesidad de un cambio hacia una vida más sencilla, en la cual alcanzar lo necesario para una vida digna mediante el servicio a los demás sea la motivación y el impulso diario en nuestra preparación y en nuestro trabajo”.
González, secundando el pensamiento del papa Francisco en Laudato si, lamenta que el sistema económico y de consumo previo a la pandemia se sustentaba en “la ilusión de satisfacción personal en buscar ganar más y en consumir o poseer cosas cuya necesidad nos es creada de manera artificial”.
Dicha actitud, critica el obispo, dañó el medio ambiente, excluyó a muchas personas de los bienes necesarios y ha dejado una honda insatisfacción en quienes perseguían estilos o estatus sociales.
Por ello, el arzobispo llama una ‘sabia administración’ para que los escasos recursos que se anticipan como efecto de la crisis económica de la postpandemia puedan ponerse en las necesidades más apremiantes: “No nos sobran recursos, al contrario; por eso, debemos hacerlos rendir de manera sabia… es fundamental distinguir nuestras verdaderas necesidades de aquellas apetencias que nos han sido creadas y que nos han esclavizado”.
Lo primero es identificar las necesidades básicas: alimentación, vivienda, vestido, educación, salud, implementos de trabajo, pago de deudas, ahorro e inversión.
“Es muy conveniente que en familia se haga una lista de necesidades, participando también los niño y adolescentes. Se numeren por orden de urgencia”, recomienda el pastor.
En su reflexión, el arzobispo comprende que hay familias que reciben salarios de manera regular, otras que dependen de apoyos de los impuestos recaudados y finalmente otras con ingresos muy variables o por temporada: “Mirando lo anterior, el recurso que llega a casa no se ha degastar en otra cosa si no se han cubierto las necesidades prioritarias escritas en la lista”.
González insiste en el terreno del ahorro y la inversión familiar: “Es necesario que rescatemos el valor y la importancia de ahorrar en familia… pues ayuda a enfrentar emergencias… permite invertir en algún proyecto que genera más ingresos como la elaboración de gelatinas, pan, pasteles”.
El arzobispo fomenta que en los hogares o pequeñas comunidades se retomen prácticas productivas como los pequeños huertos de casa o macetas con plantas comestibles: “La inversión puede iniciar a partir de algo muy pequeño, como semilla de cilantro o de espinaca o acelga y cultivarlas en macetas”.
Entre las recomendaciones también se insiste en que no se contraigan deudas si no se trata de un bien del cual no se puede prescindir o dejar para después: “Deber al banco es trabajar para el banco… caer en manos de un usurero es quebrar la casa”.
En este terreno, el arzobispo hace un exhorto a las autoridades civiles a procurar un sistema de salud funcional, popular y universal: “En el renglón de la salud, cualquier enfermedad quiebra la inmensa mayoría de las economías familiares… hace tiempo pedía a todas las personas que, si no tenían otro mejor, se inscribieran al Seguro Popular; ahora el nuevo organismo tiene que dar al menos el servicio que daba el Seguro Popular”.
González apela a una actitud ciudadana de no desperdicio ni de alimentos, ropa, bienes, energía o agua. Pide que se garantice seguridad y que las personas no opten por el robo de los bienes de sus semejantes; antes bien, propone la organización comunitaria para adquirir bienes al mayoreo por menor costo, apoyar a los pequeños productores, preferir la producción local y adquirir mercancía en las tiendas de abarrotes del barrio.
Para los niños, adolescentes y jóvenes, el arzobispo recomienda que en casa aprendan a trabajar, a ser laboriosos, a tener en orden sus actividades, no estar de ociosos, colaborar en el hogar, trabajar en equipo como familia.
Finalmente, como pastor de una de las zonas turísticas históricamente más atractivas del país, González invita a hacer confiable el ambiente para los visitantes, crecer en hospitalidad tanto como en responsabilidad.
Confió en que las familias y las poblaciones sabrán hacer lo que les corresponde durante la crisis económica derivada por la pandemia, pero pide que en el terreno macroeconómico, “quienes saben de estas realidades se escuchen entre sí y orienten las economías buscando realmente el bien común de nuestra patria y de la humanidad”.