ESPECIAL.- A cuatro meses del inicio de la pandemia en México, cinco de las 98 diócesis y arquidiócesis del país cuentan con un equipo especializado de ‘capellanes COVID-19’ para asistir espiritualmente a los fieles hospitalizados. En contraste, en países como Estados Unidos la Iglesia católica desplegó sacerdotes en hospitales de los 195 territorios eclesiales.
Responsables de pastorales de Salud entrevistados por VCNoticias defienden que la Iglesia católica en México no está inactiva ante la pandemia porque se ha mantenido dando ayuda humanitaria y espiritual; sin embargo, reconocen que sí está limitada para entrar a hospitales por diversas razones, como las políticas y carencias en el sistema de salud o la falta demanda de familiares de enfermos para estos casos.
“La Iglesia en México nunca se ha quedado cruzada de brazos, eso sí es una realidad; siempre ha sabido salir adelante en ayudar, y se ha enfrentado a la realidad de pobrezas y males del país”, dijo el sacerdote Édgar Olivera Mavil, coordinador de la Pastoral de la Salud de la Diócesis de Cuernavaca, Morelos.
En México, hay al menos 39 capellanes COVID-19, de los cuales siete sirven en la Diócesis de Cuernavaca; 18 en la Diócesis de Celaya; seis en la Arquidiócesis de Guadalajara, tres en la Arquidiócesis de México, y recientemente se sumó la Arquidiócesis de Morelia en capacitar a cinco presbíteros.
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Olivera Mavil está a cargo del grupo siete sacerdotes que acuden a las clínicas 1 y 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Morelos para impartir los sacramentos a los enfermos de virus.
“Estoy pidiéndole a Dios, y también haciendo labor con los otros hospitales para entrar porque sí vemos la necesidad y sentimos también el llamado de llegar a los otros hospitales de COVID. Aquí en Morelos la Secretaría de Salud también tiene dos hospitales COVID y la SEDENA uno más, entonces sí quisiéramos lograr esta parte. Ya estoy como muy avanzado, pero ciertamente la situación nos superó y el número de contagios creció bastante”, explicó.
El 4 de mayo la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió el ‘Protocolo de Atención Espiritual a los Fieles durante la Contingencia Sanitaria por el COVID-19’, donde instruyen que los capellanes COVID-19 no deben rebasar los 55 años de edad ni tener alguna enfermedad crónica como hipertensión, diabetes o asma.
Olivera Mavil relata que inmediatamente lanzaron la convocatoria entre los sacerdotes de la diócesis para reunir al equipo de voluntarios que entraría a los nosocomios “y ya para el día 7 teníamos todo: el equipo armado, el equipo de protección personal porque previamente ya habíamos pensado en esa misión”.
“Pensamos que los hospitales iban a decir ‘sí, vengan, pasen’, pero nos encontramos la sorpresa de que realmente la Secretaría de Salud a nivel nacional pidió mucha prudencia en la entrada de personas sobre todo porque se iniciaba a escuchar sobre las infecciones en los médicos.
“Nunca he pensando que las autoridades están en contra de la fe o no sienten que sea necesario, sino que sí hubo como ese temor de contagios. Pero, conforme vieron que avanzó la pandemia, cuando menos en el estado, lo vieron necesario”, explicó.
Para entrar a hospitales, además de portar mascarillas N95, guantes y trajes Tyvek sobre la sotana, los religiosos recibieron capacitaciones en línea y presenciales por parte de la Secretaría de Salud, autoridad que les había indicado que podrían entrar a hospitales después del 18 de mayo.
“Yo decía: ¡Cómo es posible, ya hay que entrar! Según yo muy gallo, pero la realidad fue que pudimos entrar al hospital hasta el 3 de junio”, precisó.
Lenta respuesta
Para el sacerdote de origen mexicano, Ricardo Hernández, adscrito a una diócesis en Illinois, Estados Unidos, la Iglesia mexicana se tardó en reaccionar. Argumentó que la Iglesia católica en ese país desplegó capellanes COVID-19 desde marzo pasado, cuando el gobierno de Donald Trump declaró emergencia nacional por el virus.
Aseguró que las 195 diócesis y arquidiócesis estadounidenses tienen activos a decenas de sacerdotes en hospitales. Por ejemplo, la Diócesis de Rockford, en la que sirve el padre Ricardo Hernández, cuenta con 21 capellanes repartidos en grupos de tres en cada uno de los siete decanatos del territorio diocesano; o la Arquidiócesis de Nueva York, con 25 capellanes.
“La Iglesia en México no está haciendo nada, los sacerdotes son sacerdotes de sacristía, como les llamamos. Si usted ha visto algo es sólo para la foto. Yo platico con sacerdotes de México y me dan testimonio de que no hay nada, y además varios en la República mexicana me dicen ‘no se encuentra ni un sacerdote ni para remedio… no quieren ir al hospital a asistir a un enfermo de coronavirus”, dijo.
Hernández compartió que él está designado a visitar tres hospitales, el Saint Anthony Hospital, Mercy Health Hospital y SwedishAmerican Hospital, donde prevalece internada la comunidad hispana y afroamericana.
Desde marzo pasado, ha atendido espiritualmente a al menos 25 casos de enfermos graves, impartiéndoles los sacramentos y dado seguimiento hasta su recuperación o fallecimiento.
En otros países como Italia y España cuentan con un gran número de sacerdotes en nosocomios. Por ejemplo, tan sólo la Arquidiócesis de Madrid cuenta con 155 capellanes en hospitales.
México enfrenta “otra realidad”
En respuesta a los dichos de Hernández, el sacerdote Édgar Olivera Mavil, quien también forma parte del Consejo Nacional de Pastoral de la Salud, señaló que México tiene otra realidad que dificulta el acceso de los sacerdotes en hospitales.
“Yo veía en otros países que los sacerdotes estaban súper armados, entrando a hospitales, y para mí se me hizo motivante. Dije: Yo también tengo que dar mi servicio porque quiero hacerlo. Pero de pronto me topé que no es la misma organización en el país”, reconoció.
Recordó que, en México, el personal médico primero se enfrentó a la par del virus con la insuficiencia de equipo de protección, personal e infraestructura médica, lo que ha dificultado la participación de la Iglesia.
“Sin afán de defender a mis hermanos sacerdotes, yo formo parte del Consejo Nacional de Pastoral de la Salud, y yo escuchaba a los otros padres que ellos estaban actuando, que las acciones las estaban tomando desde una parte social, apoyando a las comunidades en el aspecto educativo…
“A lo mejor el padre de Estados Unidos dijo que ‘no los veo en el hospital, no los veo haciendo las cosas en comedores comunitarios súper impresionantes’. Ciertamente los sacerdotes de México tienen que salir a la calle a repartir las despensas, a visitar a enfermos que no han llegado al hospital, porque esa también es otra realidad, los enfermos de COVID-19 mexicanos no fueron al hospital, están en sus casas porque les dio miedo, porque no tienen a lo mejor la seguridad social, porque no quisieron enfrentar ese estigma de parte de la gente de que están enfermos de COVID, y es una realidad, están muriendo en sus casas”, contestó.
Por su parte, el sacerdote César Méndez, titular de la Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Monterrey, explicó que no tienen sacerdotes designados a las áreas COVID-19 porque están respetando las restricciones sanitarias para no propagar más el virus, pero aclaró que desde hace 5 años tienen capellanes en todos los hospitales.
“Estamos presentes en los hospitales haciendo nuestra labor a distancia orando por el paciente… Tenemos una buena relación con las autoridades, pero bajo esta circunstancia, respetando la indicación de la Secretaría de Salud, no estamos asistiendo a pacientes COVID ¿motivo? El no contagiar y propagar el contagio a demás personas”, explicó.
También precisó que en la Arquidiócesis de Monterrey se están enfocado a dar acompañamiento a la familia de los enfermos, al personal médico y a los pacientes antes y después de ingresar al hospital. Situación semejante que en la Arquidiócesis de Morelia, donde el titular de la Pastoral de la Salud en la región michoacana, Julio César Fajardo, presentó los avances de la capacitación de cinco ministros para pasillos COVID en Morelia y reconoció: "Hasta ahora no se había realizado por falta de demanda de familiares... es un servicio que tiene que ser solicitado por la familia. No podemos llegar de manera indiscriminada".
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