Ciudad del Vaticano.- Aunque las tumbas no tengan siquiera el nombre de la persona finada, "en el corazón de Dios está el nombre de todos nosotros" expresó el papa Francisco este 2 de noviembre durante la celebración de la Misa de los Fieles Difuntos en el Cementerio Militar Francés de Roma.
El pontífice argentino acudió por la mañana al panteón militar para depositar ramos de flores sobre algunas tumbas de soldados 'desconocidos', saludó a algunos niños y oró frente a la última morada terrena de cientos de fieles.
Minutos antes del mediodía, Francisco llegó al panteón militar francés de Roma. Primero recorrió lentamente en procesión el largo pasillo que separa las extensiones de verde, bajo la sombra de cipreses y olivos, donde se encuentran las lápidas de los soldados franceses muertos durante la Segunda Guerra mundial. Todas las lápidas son iguales: una cruz de mármol y las palabras grabadas 'Murió por Francia'.
Bajo las notas de un coro, el Papa recorrió un camino pavimentado con lápidas sobre las que depositó rosas blancas, y luego se detuvo unos instantes en oración, con las manos unidas y los ojos cerrados. De inmediato presidió la celebración:
"La vida es un camino, todos estamos en camino. Todos nosotros, si queremos hacer algo en la vida, estamos en camino. No es un paseo, mucho menos un laberinto. No. Es camino", inició su reflexión durante la ceremonia.
El pontífice recordó que todos "tendremos un último paso... Lo importante es que en este último paso nos encontremos en camino, no dando vueltas de paseo; en el camino de la vida y no en un laberinto sin fin. Estar en camino para que último paso nos encuentre caminando".
En su breve homilía, Francisco también puso su pensamiento sobre las tumbas de los franceses: "Esta gente -dijo- murió en la guerra, está muerta porque fue llamada a defender la patria, a defender valores, a defender ideales, y tantas veces a defender situaciones políticas tristes y lamentables. Y son las víctimas, las víctimas de la guerra, lo que comen los hijos de patria… Me detuve ante una tumba, ahí: 'Desconocido. Muerto por Francia. 1944'. Ni siquiera el nombre. En el corazón de Dios está el nombre de todos nosotros, pero esta es la tragedia de la guerra".
El Papa luego exhortó a los fieles católicos: "Nosotros, que estamos en camino, ¿luchamos suficientemente para que no haya guerras? ¿Para que no haya economías de países fortalecidas por la industria de las armas? [...] Estas tumbas son un mensaje de paz: “¡Deténganse, hermanos y hermanas, deténganse! ¡Deténganse, fabricadores de armas, deténganse!".
La reflexión del pontífice se centró en la búsqueda de paz en el corazón de los fieles y en el grito que muchas tumbas 'gritan': "Estas tumbas nos hablan, gritan, gritan por sí mismas, gritan: ¡paz!"