Ciudad del Vaticano.- Con la publicación del Instrumentum laboris (instrumento de trabajo) para la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad convocado por el papa Francisco; la Santa Sede ha confirmado que para el encuentro próximo de octubre no se abordarán ni discutirán temas como la ordenación diaconal femenina, el celibato de los presbíteros y obispos, ni la pastoral a personas con atracción al mismo sexo o con disforia de identidad de género. Por el contrario, uno de los temas destacados del instrumento es la trasparencia, la rendición de cuentas y la permanente evaluación de las responsabilidades ministeriales.
El Sínodo de la Sinodalidad es un proceso de renovación eclesial con el que la Iglesia católica busca esencialmente un cambio de actitud de jerarquías, ministros, religiosos y feligreses para "emprender un camino" de misión, evangelización, acompañamiento y servicio en el que "no corramos hacia Dios con los pasos, sino con el afecto".
El sínodo ha implicado un proceso de preparación y de una primera sesión en la Asamblea General ordinaria del Sínodo de Obispos en octubre de 2021: "Las Iglesias locales de todo el mundo, con ritmos diferentes y expresiones multiformes, emprendieron una primera fase de escucha... La novedad de esta primera fase fue la experiencia de las Asambleas continentales, que reunieron a las Iglesias locales de una misma área geográfica, invitándolas a aprender a escucharse, a acompañarse en el camino y a discernir juntas los principales retos que plantea, a la realización de la misión, el contexto en el que se encuentran".
Ahora, se presenta el instrumento de trabajo para la segunda sesión y se adelanta que el diálogo que se sostendrá en Roma en octubre próximo no atenderá algunas de las inquietudes y polémicas sociales que se han comentado desde hace tiempo: el estudio sobre la obligatoriedad o no del celibato sacerdotal, la posibilidad de no sólo dar funciones de autoridad más importantes a las mujeres en la Iglesia sino hacerlas partícipes de la ordenación diaconal (un ministerio de servicio en la prédica de la Palabra y en la Caridad comunitaria) o los márgenes de la misión de la Iglesia frente a las personas con orientación afectiva o identitaria no heterosexual y su diferencia al legitimar lobbies LGBTQ con intereses económicos, políticos y de reformas culturales y educativas.
La Santa Sede asegura que "ha crecido la conciencia de la variedad de carismas y vocaciones que el Espíritu Santo suscita constantemente en el Pueblo de Dios. Nace así el deseo de crecer en la capacidad de discernirlos, de comprender sus relaciones dentro de la vida concreta de cada Iglesia y de la Iglesia en su conjunto y, sobre todo, de articularlos para el bien de la misión".
El instrumento de trabajo adelanta que la finalidad del diálogo en la segunda sesión se enfocará en responder a tres desafíos eclesiásticos: Actualizar la capacidad de anunciar y transmitir la fe con modalidades y medios adecuados al contexto actual; la renovación de la vida litúrgica y sacramental; y afrontar la tristeza provocada por la falta de participación de los fieles en la Iglesia.
Sin embargo, el documento también aclara que el tema del diaconado femenino en la Iglesia no será tema de diálogo en las sesiones de octubre; lo anterior porque "mientras que algunas Iglesias locales piden la admisión de las mujeres al ministerio diaconal, otras reiteran su oposición".
Al mismo tiempo, el instrumento pone énfasis en el compromiso de que la Iglesia católica sea más transparente en sus funciones y administración de sus poderes temporales así como más responsable en asumir las consecuencias de los actos de sus miembros: "En nuestra época, la exigencia de transparencia y rendición de cuentas en la Iglesia y por parte de la Iglesia, se ha impuesto a raíz de la pérdida de credibilidad debida a los escándalos financieros y, sobre todo, a los abusos sexuales y de otro tipo a menores y personas vulnerables. La falta de transparencia y de rendición de cuentas alimenta el clericalismo, que se basa en el supuesto implícito de que los ministros ordenados no tienen que rendir cuentas a nadie por el ejercicio de la autoridad que se les ha conferido".
Y especifica que la transparencia y la rendición de cuentas en la Iglesia no deben limitarse al ámbito de los abusos sexuales y financieros. También deben referirse a los planes pastorales, a los métodos de evangelización y a las modalidades con que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo, en lo que respecta a las condiciones de trabajo en sus instituciones.
En un último tema y también derivado de las críticas que desde sectores tradicionalistas han hecho a este proceso de "sinodalidad", la Santa Sede recuerda que el Papa es el garante de la sinodalidad, que si bien las Iglesias locales tienen tradiciones propias y legítimas, el primado de la cátedra de Pedro es inmutable y es el principio visible de unidad de toda la Iglesia.