Beirut, Líbano.- El avión papal dejó atrás la silueta de los minaretes de Estambul para continuar con la segunda parte de su primer viaje apostólico internacional. El Papa aterrizó en la capital libanesa, Beirut. Mientras Turquía fue un viaje a la memoria ecuménica de Nicea, en el Líbano, los medios destacaron que su presencia fue una "inmersión en la herida abierta". El lema de la visita “Bienaventurados los que trabajan por la paz” reflejó el diagnóstico y la ruta de trabajo para una nación afectada.
RESUMEN DEL VIAJE: León XIV en Turquía: puente de fe, esencia, perseverancia y unidad cristiana

La ceremonia de bienvenida tuvo lugar en el Palacio Presidencial de Beirut; ante las autoridades, el Papa reconoció el carácter de la nación libanesa: “Ustedes son un pueblo que no se rinde”, afirmó. Esa resiliencia, en sus palabras, no se trata de un mero consuelo, sino la materia prima de los constructores de paz: “La obra de la paz es un continuo recomenzar”, les dijo.

En su discurso, el pontítice aclaró que la paz es un sitio, un lugar o un estado, sino un verbo que se manifiesta en el trabajar, reconciliar y perseverar. Pidió que la nación del ciprés debe mantener una “lengua de esperanza” y sostenerla ante el pesimismo global: “Cada uno de nosotros ve una parte de la verdad”, dijo, abogando por una reconciliación que anteponga el bien común a los intereses parciales.
Histórica visita a San Chárbel
Al día siguiente, la comitiva pontificia ascendió a las montañas del Líbano. En el monasterio de San Marón en Annaya y ante la simbólica tumba de San Chárbel Makhlūf, el tono de la visita fue distinto. Sin multitudes, en la austeridad de la piedra, el Papa presentó al santo libanés como un antídoto: “Enseñó la oración a quienes viven sin Dios, el silencio a quienes habitan en medio del bullicio”, declaró. Chárbel, se afirmó, era la contracorriente necesaria pues “para la Iglesia pedimos comunión, unidad... y para el mundo pedimos paz”, anheló León XIV.

El pontífice se trasladó posteriormente al Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, para un encuentro con la Iglesia local. Allí, el Papa escuchó testimonios de sacerdotes, religiosas y laicos. Un párroco contó cómo en su pueblo, bajo bombardeos, cristianos y musulmanes compartían las limosnas. Una migrante relató historias de acogida. Una religiosa describió cómo mantuvo una escuela abierta como refugio en medio de la guerra.
León XIV respondió con la imagen del ancla, otro símbolo de su viaje a Medio Oriente: “Si queremos construir la paz, anclémonos al cielo”, propuso. Rechazó la lógica del desánimo: “Es el único modo para no sentirnos aplastados por la injusticia y la opresión”. Y sobre la caridad, recordó un detalle del testimonio con la historia de la moneda siria en una bolsa de limosnas libanesas: “Nos recuerda que en la caridad cada uno de nosotros tiene algo que dar y que recibir”, afirmó.
Beirut: El Diálogo, los Jóvenes y la Herida del Puerto
La tarde del lunes el Papa acudió a la Plaza de los Mártires de Beirut, con minaretes y campanarios a su espalda, el Papa se dirigió a líderes musulmanes, drusos y cristianos: “El pueblo libanés se erige como un poderoso recordatorio de que el miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra”, proclamó.
El Papa Prevost utilizó en su discurso la figura del olivo, venerado en las tres religiones monoteistas, como símbolo de paz: “Refleja el firme compromiso necesario para fomentar la coexistencia pacífica”. Su conclusión fue una declaración de principios: “Ustedes están llamados a ser constructores de paz” y puso el ejemplo sembrando un pequeño árbol de olivo junto a los líderes religiosos presentes.

Más tarde en Bkerké, en la explanada frente al Patriarcado Maronita, miles de jóvenes corearon el nombre de León XIV. Ahí el Papa les habló en árabe: “As-salamu alaykum!” (La paz sea contigo) y les dijo: “Ustedes son el presente y en sus manos ya se está construyendo el futuro”, les aseguró. Frente a las preguntas que los jóvenes le plantearon sobre cómo perseverar, el pontífice fue directo: “El verdadero principio de vida nueva es Cristo”.
El pontífice norteamericano criticó las relaciones efímeras en el mundo actual: “Un amor con vencimiento es un amor mediocre” y por ello instó a los jóvenes a ser “savia de esperanza” y a mirar otros santos modernos como Carlo Acutis: “En un mundo de distracciones, tengan cada día un tiempo para cerrar los ojos y mirar sólo a Dios”, pidió, evocando de nuevo a San Chárbel.

El martes, la despedida del Papa en tierra libanesa tuvo una secuencia deliberada. Primero, una visita al Hospital “De La Croix” en Jal ed Dib, fundado por el beato Jacques. Ahí, el Papa dijo a los enfermos: “El Señor les repite hoy: ¡Te amo, te quiero, eres mi hijo!”. Luego, un momento de oración silenciosa en el epicentro de un reciente trauma nacional: el lugar de la explosión del puerto de Beirut. Ese silencio cargado de dolor antecedió a la misa final en el Beirut Waterfront.
En su homilía, León XIV reconoció la dualidad libanesa: “Al mismo tiempo, esa belleza se ve oscurecida por la pobreza y el sufrimiento”, dijo. Pero invitó a buscar “las pequeñas luces... Pienso, por ejemplo, en su fe sencilla, en el trabajo constante de las parroquias”, enumeró. Su conclusión fue un grito. “¡Líbano, levántate! ¡Sé morada de justicia y de fraternidad! ¡Sé profecía de paz para todo el Levante!”.
Diplomacia urgente para la región
De manera inusual el Papa sostuvo encuentros con la prensa prácticamente en cada uno de los traslados internacionales. Sin embargo, en el vuelo de regreso a Roma desde Beirut, León XIV respondió asuntos sobre la geopolítica del viaje y el contexto global actual. Sobre el mensaje recibido de Hezbolá, fue breve y claro: “Evidentemente hay, de parte de la Iglesia, la propuesta que dejen las armas y que busquemos el diálogo”.
Sobre el papel de Europa en la guerra en Ucrania, sugirió: “El papel de Italia podría ser muy importante” y pidió “una solución que ofrezca una paz justa”. Ante la pregunta sobre si el Islam es una amenaza para Europa, respondió con la lección que él mismo pudo constatar en sus días de estancia en el Líbano: “El diálogo y la amistad entre musulmanes y cristianos es posible”.



