Ciudad de México.- Ante los extensos debates sobre las cuestiones morales respecto a la vacuna contra COVID-19 y la distribución global, el cardenal norteamericano Sean O'Malley explicó que, desde la perspectiva crisitiana, "la opción ética es vacunarse".
En la conferencia internacional 'Los cristianos frente a las vacunas COVID-19' organizada por la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos, el cardenal arzobispo de Boston y uno de los miembros del Consejo de Cardenales del papa Francisco, afirmó que la Iglesia católica ha "vigilado las cuestiones éticas respecto a la vacuna contra el coronavirus".
"Dios nos ha puesto en esta Tierra para cuidarnos los unos a los otros y eso implica que debemos poner la otra mejilla, dar nuestro manto a algún necesitado. En un mundo individualista y competitivo como este, las demandas del amor nunca parecen razonables pero, si no nos cuidamos bien, el paciente morirá, el mundo morirá".
El cardenal reconoció que, aunque la decisión de recibir la vacuna es personal y libre, las elección de hacerlo o no afecta no sólo al individuo "sino que afecta a nuestros vecinos más cercanos o vulnerbles".
Para O'Malley el tema delicado son las personas que no pueden recibir la vacuna "y que pueden afectarse por aquellos que decidan no tomarla"; recordó que el propio papa Francisco declaró que, desde la perspectiva ética, todos deberían vacunarse y, para dar ejemplo, tanto el pontífice argentino como el papa emérito Benedicto XVI recibieron la vacuna la semana pasada.
El cardenal reflexionó sobre el fenómeno del escepticismo ante las vacunas: "Es un fenómeno que se alimenta del miedo de los grupos antivacunas o de grupos minoritarios". O'Malley recordó que la comunidad de negros en los Estados Unidos, por ejemplo, sufrió "largas negligencias de la medicina" y que incluso "muchos negros fueron usados como conejillos de indias"; por lo que sus inquietudes parecerían no estar tan infundadas.
Sin embargo, hizo un llamado a los liderazgos sociales a que acompañen a las comunidades para que asuman que la vacunación contra COVID "es una acción fundamental en nuestra defensa contra la enfermedad... Si el COVID es el incendio furioso, la vacuna es el bombero pero las medidas sanitarias son la forma de protegernos hasta que lleguen los camiones [apagafuegos]".
En su disertación, el cardenal O'Malley hizo un llamado a los movimientos pro-vida en el continente americano pues, si bien "tienen mucho por hacer en las leyes, tienen más tarea en cambiar los corazones de la gente". Sin mencionarlo directamente, el arzobispo criticó que la legalización de algunos actos inmorales hagan creer a la gente sencilla que los actos están bien "pero la legislación se traduce a menudo a una invitación a aceptar comportamientos peligrosos y deshumanizantes".
Por ello, insistió en que los liderazgos en el continente deben reconocer en la encíclica Fratelli tutti esa "invitación a trabajar en un mundo postpandémico donde la gente se preocupe y cuide los unos a los otros".
"El mundo no necesita profetas de perdición sino el testimonio de hombres y mujeres que viven con alegría los desafíos de nuestra época", concluyó.
En la Conferencia Internacional también participaron la doctora Katarina Le Blanc, inmunóloga clínica del Instituto Karolinska en Estocolmo; y el expresidente del Banco de Desarrollo de América Latina, Enrique García Rodríguez.
Le Blanc explicó los elementos científicos involucrados en el desarrollo y funcionamiento de la vacuna. Aseguró que la vacuna limita el crecimiento del contagio pero recomendó que no se abandonen las medidas de distancia social.
Finalmente, García Rodríguez presentó el panorama social y económico en América Latina que se agrava con la pandemia: "La pobreza aumentó en 46 millones de personas en el continente para alcanzar 231 millones de habitantes en pobreza; pero la pobreza extrema subió 29 millones de afectados en 2020 con lo que llegamos a 96 millones de personas en pobreza extrema en América Latina". García también lamentó que la región ahondará su posición como la peor distribución de la riqueza.