Caracas, Venezuela.- La próxima canonización de José Gregorio Hernández, conocido como el “Médico de los pobres”, ha desatado tensiones en Venezuela tras denuncias de intentos de instrumentalización política por parte del gobierno de Nicolás Maduro, en un contexto donde la figura del futuro santo emerge como símbolo de unidad nacional y, a la vez, de disputa ideológica.
Un santo que “es del pueblo”, según la Iglesia
Jesús González de Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y arzobispo de Valencia, advirtió sobre el riesgo de politizar al beato. “José Gregorio Hernández es del pueblo venezolano. Más allá de autoridades públicas o eclesiásticas, su veneración trasciende clases sociales”, afirmó, recordando la masiva devoción durante su beatificación en 2021.
El prelado subrayó que el primer laico beatificado del país representa un “punto de encuentro” para todos los venezolanos, dentro y fuera del territorio. “Es un gran valor que une, no divide”, insistió, rechazando explícitamente la manipulación de lo religioso en el ámbito político: “No podemos condicionar la acción de Dios a intereses humanos”.
González de Zárate también aludió al “anhelo de libertad y democracia” expresado en las elecciones de julio de 2024, urgiendo a gobierno y oposición a escuchar a la mayoría. “La solución está en buscar la verdad, no en responsabilizar a Dios de nuestros problemas”, sostuvo.
Maduro vincula al santo con la 'mejoría milagrosa' del Papa
En contraste, el presidente Nicolás Maduro aprovechó un acto transmitido por VTV este miércoles para vincular la recuperación del papa Francisco, tras 38 días hospitalizado por una infección respiratoria, con un retrato de Hernández que envió al pontífice.
“El día que le llegó [el cuadro], empezó una mejoría milagrosa”, declaró, asegurando que el obsequio y las oraciones del pueblo venezolano ayudaron a su alta el pasado 23 de marzo.
La afirmación de Maduro, carente de respaldo oficial del Vaticano, fue acompañada por la entrega de una copia del retrato a una comunidad caraqueña, reforzando la narrativa oficialista que busca asociar al chavismo con el legado del médico. Este gesto se suma a la celebración gubernamental tras la aprobación de la canonización el 24 de febrero, fecha en que el Papa, aún hospitalizado, firmó el decreto.
Un símbolo en disputa
La canonización de Hernández, prevista para los próximos meses, llega en un momento crítico para Venezuela. Mientras la Iglesia insiste en que su figura debe trascender divisiones, el oficialismo intenta capitalizar su imagen como parte de su relato político, incluso atribuyéndole “milagros” contemporáneos.
Expertos ven en esta pugna un reflejo de las tensiones preelectorales y la lucha por narrativas en un país donde lo religioso y lo político suelen entrelazarse.
Para el ciudadano común, sin embargo, José Gregorio Hernández sigue siendo un faro de esperanza: el médico que, en vida, curó sin distinciones y que, en muerte, se resiste a ser convertido en bandera partidista.
Mientras el papa Francisco continúa su convalecencia en Santa Marta, con fisioterapia y oxígeno diario, Venezuela observa cómo su primer santo navega aguas turbulentas entre la fe, la política y el anhelo de unión.