Guadalajara, Jalisco.- El mayor semillero de vocaciones sacerdotales del continente vio coronado su largo proceso de formación y escrutinio sobre 70 varones que recibieron el sagrado orden presbiteral en un fin de semana histórico para la Iglesia católica.
Se trató de una singular Misa de Ordenaciones en la Arquidiócesis de Guadalajara realizada en 'dos tandas' donde el cardenal arzobispo tapatío José Francisco Robles Ortega confirió el orden sacerdotal a setenta diáconos candidatos al presbiterado.
A los nuevos ministros, el cardenal Robles les insistió en reconocer la singularidad del llamado de Dios en su vida y su servicio; por ello les pidió no olvidar su origen ni su llamado: "son hombres que han sido llamados, han sido elegidos de entre los hombres".
Robles, en su reflexión homilética en la Fiesta de Pentecostés, afirmó: "El Espíritu Santo que han recibido suscita muchos servicios, distintos carismas, para bien de la comunidad, mismos que hay que promover y cuidar, especialmente el don del sacerdocio ministerial".
El arzobispo recordó a los nuevos ministros que "el sacerdote no es un ángel, no es un ser superior, no pertenece a una casta especial o privilegiada"; e insistió en que al ser "elegido por Dios, tomado de entre sus hermanos" es exclusivamente para servirlos.
Los nuevos ungidos realizaron la promesa de obediencia al obispo y se postraron al pie del magnífico altar del Santuario de los Mártires Mexicanos mientras se escuchaban las letanías a los santos nacionales. Los nuevos sacerdotes recibieron la imposición de manos por parte de su obispo y también su revestimiento presbiteral: estola y casulla con las que comenzarán un nuevo servicio en la Iglesia para el cuidado de las almas de los fieles.
Finalmente, los nuevos presbíteros recibieron un símbolo más de su nueva misión: fueron ungidos con el Santo Crisma en las palmas (con las que bendecirán al pueblo y con las que consagrarán el pan y el vino) y por ello se les hizo entrega de una patena y cáliz a cada uno, elementos indispensables para la celebración de la Santa Misa que comenzarán a oficiar en cada rincón de la arquidiócesis o el mundo donde sean enviados.