Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La crisis vocacional religiosa en la región de la capital tamaulipeca ha llegado a niveles pocas veces vistos en el pasado: Durante los próximos años, el obispo prevé que no se realizará ninguna ordenación sacerdotal para atender a la feligresía local y para preparar el camino de relevo generacional de los párrocos ancianos o jubilados.
El obispo Óscar Efraín Tamez Villarreal aseguró que la crisis vocacional que ha padecido la entidad en las últimas décadas, se hará más visible en el próximo lustro puesto que los pocos jóvenes en formación al sacerdocio aún deben pasar por, por lo menos, cuatro años de preparación y escrutinios. En julio pasado, el obispo ordenó a un sólo sacerdote para la región centro tamaulipeca; y hay tres diáconos transitorios que esperan la ordenación presbiteral. Pero después de ellos, habrá un lapso importante para volver a tener a un cura en la diócesis:
"Ahí es donde viene la crisis de vocaciones sinceramente; y creo que al pasao del tiempo, la crisis -al menos a corto plazo- sí la vamos a resentir un poquito. Porque después del próximo año, tendremos cuatro años sin ordenaciones sacerdotales [en la diócesis]", planteó Tamez.
La disminución de vocaciones al sacerdocio entre los jóvenes de Tamaulipas no es un fenómeno eclusivo de la región noreste del país; sin embargo, en algunas diócesis pequeñas, la falta de sacerdotes para el recambio generacional puede ser todo un desafío.
"No creo que los jóvenes estén totalmente alejados de la Iglesia; solamente creo que muchas personas no sienten el llamado al servicio religioso", minimizó el obispo.
Actualmente, la diócesis cuenta con 72 sacerdotes para atender a más de medio millón de habitantes en la demcarcación; por lo que cada religioso debe asistir espiritualmente entre 8 mil y 10 mil católicos para dar servicio. En total, la diócesis se constituye por 36 parroquias, dos rectorías y cuatro misiones parroquiales.
Tamez Villarreal considera que, para la porción de feligreses y el ritmo de crecimiento poblacional, se requieren por lo menos de un centenar de presbíteros que atiendan tanto los servicios religiosos requeridos por la población como las estructuras de formación y acompañamiento a las familias.