Guadalajara, Jalisco.- El cardenal arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, reconoció y lamentó que en algunos municipios y parroquias del estado, ciertos grupos criminales están detrás de la recaudación de fondos y la organización de las tradicionales fiestas patronales de las parroquias de su jurisdicción.
El cardenal apuntó que los jefes de plaza se imponen tanto a las autoridades civiles locales como a los párrocos y ministros para decidir "cómo, cuándo y en qué condiciones" se pueden realizar los festejos a los santos patronos de los templos y devociones de cada localidad.
Refirió que los sacerdotes bajo su cuidado le han confiado cómo los hampones se acercan a ellos para consultarles o notificarles de las decisiones sobre las celebraciones de la parroquia en las fiestas anuales o religiosas.
"Lo perciben los párrocos, que no es el presidente municipal el que gobierna, es el jefe de la plaza. Es el jefe de la plaza el que le dice al párroco señor cura a qué hora quiere que quememos la pólvora, el castillo el día de la fiesta, a qué hora quiere que toque la banda musical. Es el jefe de la plaza el que lleva el control" de estas actividades cívicas y religiosas, relató Robles Ortega.
El arzobispo también denunció que los grupos criminales no sólo se encargan de los motivos festivos y religiosos sino esencialmente en la recaudación económica, la contratación de música en vivo y venta de sustancias intoxicantes. Por ejemplo, controlan la instalación de puestos y venta de bebidas alcohólicas; la instalación de escenarios para bandas y grupos musicales de regional mexicano o DJ's: "Y nadie se puede oponer sin exponerse", lamentó.
"La gente se da cuenta, la gente sabe de las actividades de estos grupos, sabe de incluso quién es el desaparecido y quién se lo llevó, pero por temor a represalias o a que se repita la misma medida con un miembro de su familia, la gente prefiere callar. Y muchas de nuestras comunidades viven así, bajo el temor, porque no sienten que las autoridades, aun sabiendo, no apliquen la ley y no tienen ya ninguna protección, no hay quien los proteja".
El arzobispo aseguró que esta situación se presenta en diferentes comunidades de la entidad; los sacerdotes, dijo, se enfrentan al peligroso dilema de acceder a las condiciones impuestas por grupos delictivos o arriesgarse a sufrir represalias.
A pesar de tratarse de fiestas de un origen religioso, que guardan devoción a Cristo, a la Virgen o a algún santo, el cardenal reconoce la perversión de estos motivos de celebación: "No hay un estado de derecho, las comunidades viven bajo el temor", lamentó.
Finalmente, a pregunta expresa sobre la prohibición de canciones que hacen apología del narcotráfico, conocidos como narcocorridos, y sobre la convocatoria que la presidenta de la República ha hecho para incentivar la música mexicana sin vínculos afectivos al crimen, el cardenal Robles Ortega celebró la medida y pidió a los padres de familia y a las instituciones a poner atención en los mensajes que exaltan la violencia a través de la música.
"Tiene mucho tiempo esta vertiente de canciones que reconocen y alaban a los personajes del crimen. Es una subcultura muy extendida en muchas comunidades y estados; pero no es solo prohibir las canciones, los videojuegos o los memes. Se necesita una educación en valores que incluya a las familias, la Iglesia y las instituciones educativas para formar a las nuevas generaciones en el respeto, la paz y la sana convivencia”, finalizó.