Culiacán, Sinaloa.- A pesar del sostenido clima de inseguridad y violencia en el estado de Sinaloa y particularmente en la ciudad de Culiacán, la feligresía se manifiesta públicamente con mayor devoción a las prácticas religiosas y en su regular asistencia a las Celebraciones Eucarísticas, reveló el obispo Jesús José Herrera Quiñonez, al medio local Viva La Noticia.
En los últimos meses, Sinaloa ha permanecido en un cíclico enfrentamiento y disputa por los territorios y controles de los negocios criminales que operan no sólo en la región sino en todo el país e incluso más allá de sus fronteras. Los ciudadanos, sin embargo, no pierden la fe y la esperanza aunque se encuentren sometidos a periódicos enfrentamientos criminales, balaceras, bloqueos y al fuego cruzado.
El obispo Herrera asegura que los espacios de la Iglesia local, parroquias, colegios y demás centros de auxilio humanitario "siempre están a disposición de ofrecer a los fieles acercamiento espiritual", pero también un refugio frente a la incertidumbre e inseguridad.
"Hemos notado en las celebraciones que hay más gente en Misa, también que hay más celebración. ¡Y qué bueno! Porque el Señor es nuestra esperanza. Así que tenemos que seguir unidos en oración, para pedirle a Él, el Príncipe de la Paz, que nos conceda esta paz tan deseada", clamó.
Al mismo tiempo, el obispo de Culiacán hizo un llamado a la sociedad que no profesa la fe católica o se encuentra alejada de ella, a que se acerquen a los pastores o a la comunidad parroquial "si buscan esperanza"; Herrera recordó que el papa Francisco insistió en que la Iglesia debe ser de puertas abiertas para todos. Ante la situación de fragilidad y vulnerabilidad en la sociedad, la importancia de construir comunidad con todas las personas de buena voluntad es una misión y responsabilidad de los católicos.
En una última reflexión del obispo durante la entrevista, compartió que siempre que hay una necesidad grande, como la paz clamada por el pueblo ante la incertidumbre e inseguridad, se debe tener buena disposición "de recibir en el corazón aquello que Dios quiere derramar":
"Todas las personas están invitadas, todos somos convocados. Pero en ese sano respeto de sabernos dejar conducir por Dios si quiere darnos algo o decirnos algo en nuestra vida".