Ciudad de México.- En el marco del tercer aniversario luctuoso del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora -junto a los laicos Pedro Palma y Paul Berrelleza- abatidos en una jornada furibunda de un capo local en Cerocahui, Chihuahua, la Iglesia de México realizó una ceremonia litúrgica en su memoria presidida por el obispo auxiliar, Francisco Javier Acero Pérez. Dentro del templo de la Sagrada Familia, en la capital de la República, un sutil murmullo orante clamó contra el grave problema de la violencia generalizada en México.
"Todos sabemos que el corazón de aquellos que asesinan y matan viven en la mentira y en el pecado", reconoció el obispo; y por ello convocó a cierta resistencia ante una cultura de muerte: "Como católicos tenemos que desarmar nuestras calles y plazas de violencia, abandonar el lenguaje y los gestos hostiles".
El obispo habló especialmente del ámbito político; denunció que "en el congreso y en el senado [de la República]" hay "líderes políticos que desprecian la búsqueda de la verdad". Por ello, exhortó a "desarmar los espacios públicos de tanta indiferencia".
Enumeró las principales heridas desatendidas por parte de las autoridades: familias que siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos, el maltrato a los hermanos migrantes y las situaciones de abusos de poder. Pero no sólo, pidió que, con la mirada centrada en Jesús y con los pies puestos en la calle se puede "escuchar el clamor de la gente porque no llega para el kilo de tortilla, por la subidas del gas, la luz, la canasta básica…. se ha roto el tejido social y entre todos lo tenemos que recomponer", reconoció.
Respecto a la violencia verbal y discursiva, especialmente presente en los sectores políticos, los influencers, líderes de opinión y medios de comunicación, el obispo pidió recuperar "la amabilidad en nuestras calles y plazas. Seamos todos callejeros de la fe portando el mejor tesoro que el Señor nos ha dado que es la paz, la armonía enseñando a dialogar y escuchar a las jóvenes generaciones".
Acero aseguró que la amabilidad es un "factor importante de la cultura del encuentro"; y que la mediación desde la amabilidad "es indispensable para vivir en paz... No es sólo una cuestión de protocolo o etiqueta... es una virtud que hay que recuperar y ejercitar cada día, para ir contracorriente y humanizar esta sociedad que se desangra".
El obispo concluyó su mensaje asegurando que "los asesinos ganan cuando el miedo se apodera de la vida, por eso se apoderan de las mentes y los corazones, despojando a las personas de su dignidad y libertad desde dentro". Y reiteró que la mejor opción social contra ese miedo es habitar lo público con actos de confianza, fe, amabilidad, calles y palabras desarmadas.