Cuautitlán Izcalli, Edomex.- Durante la inauguración de la 111a Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el presidente del colegio de los obispos y arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, reconoció que la pandemia ha sido "una tormenta que ha puesto en peligro la estabilidad de nuestra barca eclesial" y que, sin embargo, se han "abierto los ojos para responder a estas crisis... son muchos los aprendizajes adquiridos y más los que todavía tenemos pendientes".
Cabrera, quien ha presidido los trabajos del colegio episcopal y las prioridades pastorales a atender en el pasado trienio 2018-2021, dijo que el impacto de la pandemia ha sido tan fuerte "que quizá puso algo en nuestros ojos que nos ha impedido, en ocasiones, reconocer a Jesús en todos los afectados por las diferentes crisis que se acentuaron en estos recientes dos años"; no obstante, confirmó que en cada diócesis del país han existido esfuerzos para continuar ofreciendo la catequesis a través de medios virtuales, llegar a los hogares con Misas transmitidas por internet, radio y televisión: "nuestra pastoral social ha buscado aliviar, aunque sea un poco, el sufrimiento de nuestro pueblo".
Como parte de la oración de apertura de estos trabajos, los obispos mexicanos pidieron a Dios que no les permita reducirse a ser una "Iglesia de museo; hermosa pero muda; con mucho pasado pero poco futuro".
Por ello, el arzobispo Cabrera recordó que las emergencias planteadas al inicio del trienio, migrantes, jóvenes y sacerdotes, siguen siendo prioridades para atender en los años por venir.
"Nos comprometimos a recibir con caridad, acompañar, defender los derechos e integrar a los hermanos y hermanas migrantes que transiten o deseen permanecer con nosotros. Hoy más que nunca, con las oleadas de migración que hemos recibido en los últimos meses, este compromiso se convierte en una urgencia que espera ser atendida por nosotros. Estamos ante un problema que compete no sólo a los obispos de las diócesis fronterizas, sino a todos nosotros, y necesitamos trabajar no sólo con quienes llegan a nuestro país, sino con quienes se niegan a recibirlos, a darles trabajo. Rechazar a un migrante, tenemos que gritarlo, es rechazar a Jesús", dijo Cabrera.
Sobre los jóvenes, Cabrera reconoció que "pese a los esfuerzos que ha hecho nuestra pastoral juvenil... aún muchos de ellos nos sienten lejanos. Necesitamos acercarnos más y hablarles en su lenguaje"; especialmente para ayudar a los jóvenes en condiciones de vulnerabilidad o riesgo por "violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas".
Sobre la tercera emergencia, dijo que la Iglesia mexicana se ha esforzado por faciliar experiencias de acompañamiento y formación permanente para los presbíteros. Cabrera esperó que los esfuerzos conduzan a que los sacerdotes no vean a los obispos "como policías que los estamos vigilando ni como los jueces que los queremos condenar, sino como los padres que los quieren escuchar y como hermanos que los acompañan en su vida y ministerio. Ojalá que además de ser nuestros principales colaboradores sean nuestros mejores amigos".
Finalmente, Cabrera mencionó la dinámica agenda nacional, regional e internacional en que se avecinan en los próximos días y meses: "Son grandes retos que afrontar para el futuro inmediato: el Encuentro Eclesial de México, la Asamblea Eclesial de América Latina, y el Sínodo sobre la Iglesia Sinodal. Ello nos permitirá vivir la globalidad, pensando globalmente y actuando localmente".
Los obispos sesionan los primeros tres días de esta semana para realizar el proceso electivo que renovará los 80 cargos de servicio episcopal de la Iglesia mexicana.
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