Peligroso es vivir en un país en el que desde el poder se avientan piedras y se esconde la mano. Resulta muy peligroso cuando un gobernante utiliza su poder para desprestigiar, sembrar dudas, cizaña, destruir reputaciones y manipular la ley, sin consecuencia alguna. Peligroso es cuando la justicia es selectiva y la ley no limita el poder de quienes gobiernan porque lo refleja, porque con ella en la mano se intimida, se persigue y se castiga a cualquiera que cuestione o se oponga al poderoso, por legítimo que sea el cuestionamiento o por fundamentada que esté la opinión emitida. Peligroso es vivir en un país donde el Estado de Derecho es mera ilusión.
Atacar frontalmente a una institución como la Iglesia católica, además de ser muy mal visto en un país como México, le costaría muy caro y le pegaría donde más le duele: en su popularidad. Por eso no lo hace de frente, por eso pega y distrae, por eso señala indirectamente y hace como que no tiene nada que ver; por eso siempre utiliza a terceros para hacer el trabajo sucio pues la hipocresía es una de sus características sobresalientes.
La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resolvió que la Secretaría de Gobernación debe imponer sanciones en contra de tres ministros religiosos debido a que en las elecciones de 2021 supuestamente incurrieron en actos de proselitismo y violaron el principio constitucional de separación entre iglesia y estado. Los señalados son el Arzobispo Primado de México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez y el párroco Mario Ángel Flores, Rector de la Universidad Pontificia de México.
Todos ellos ejercieron de manera legítima su libertad de expresión e hicieron pronunciamientos personales sobre la realidad social del país. Ellos, como millones de mexicanos, expresamos de distintas maneras nuestra preocupación por el futuro de México.
Somos millones de mexicanos los que reconocemos el deterioro tan evidente provocado por un gobierno cuyos logros están a la vista de todos: han multiplicado la pobreza, la violencia, la corrupción, la impunidad, han dejado morir a miles por falta de medicamentos y han dilapidado el dinero de los mexicanos en obras absurdas, sólo por mencionar algunos. Cualquier ciudadano que ame a su país se preocupa ante una realidad así de cruda.
“La Iglesia católica es respetuosa de las disposiciones del poder civil, pues este existe con la finalidad de conservar el orden y procurar el bien común; sin embargo, en esta ocasión, no se está de acuerdo con los criterios que manifiesta en su sentencia el TEPJF.” Ha expresado la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en un comunicado.
“Consideramos que, en un estado democrático moderno, este tipo de resoluciones restrictivas de los derechos humanos, se alejan de los parámetros establecidos en los tratados y convenciones internacionales” manifestó el Monseñor Ramón Castro, Secretario General de la CEM.
El problema de fondo es que la esencia de este gobierno es contraria y opuesta a la libertad, la verdad, la solidaridad y el bien común que proclama, defiende y promueve la Iglesia católica. La evidencia es contundente. Cualquier invitación a pensar, a discernir, a reflexionar el voto y a reconocer la realidad tal cual es y no como la pinta el gobierno, es percibida como una amenaza al poder. Para un gobierno que busca utilizar a los pobres y manipularlos a su antojo, la defensa de estos principios y valores universales que hace la Iglesia católica, representa un obstáculo para avanzar su agenda manipuladora, perversa y destructora.
La libertad de expresión está amenazada y es atacada todos los días en México. No es casualidad que este sexenio ha sido el más violento y en el que más periodistas han sido asesinados. Cualquiera que se oponga y cuestione al gobierno o que genere alternativas para el país, corre riesgos.
Todo apunta a que el objetivo es atacar a una de las instituciones con mayor credibilidad y fuerza en el país. Ya veremos que determina la Secretaría de Gobernación y hasta dónde están dispuestos a llegar.
Sirva este episodio como una gran llamada de atención a todos los católicos y mexicanos de otros credos dispuestos a defender la libertad. No olvidemos que el fondo de esta batalla es cultural pero sobre todo espiritual. El mal avanza pero confiamos en que el bien triunfará. Por eso debemos defender a México más unidos que nunca. (Publicado en El Economista) Twitter: @armando_regil