Desde julio pasado, la Iglesia católica de México dedica jornadas de oración mensual por diversos sectores de la población que han sufrido la violencia en nuestro país. El objetivo es lograr, de forma paulatina, el resarcimiento del tejido social y reconstrucción de la paz que, cada día, parece más y más frágil; sin embargo, esto también es un poderoso llamado de atención a las autoridades y responsables de la seguridad pública en los tres niveles de gobierno, un llamado de atención para decir que han dejado de cumplir con la principal obligación por la cual fueron puestos en el cargo.
Cada 4 de enero se celebra a los periodistas y profesionales de la comunicación. Oficio necesario que no sólo implica mantener activo el derecho a la información, implica el ejercicio crítico y responsable para formar opinión haciendo posible la libre expresión y difusión de las ideas, incluso contra el poder mismo.
Para nadie es desconocido la delicada situación de este sector en el país. Y es acertado que la Conferencia del Episcopado Mexicano convoque a la jornada de oración después de que el 2022 es de los años más mortíferos para el periodismo en México. Asesinatos y ataques tienen causas bien conocidas, lo mismo pueden provocados por grupos fácticos como azuzados desde las tribunas del poder institucional que la emprende contra medios en lo general o periodistas en lo particular generando un clima de polarización o patrocinando el encono y el odio.
La organización Artículo 19 ha documentado 157 asesinatos de periodistas en México, 145 son hombres y 12 son mujeres; 47 se registraron durante el sexenio 2012-2018 de Enrique Peña Nieto y 37 en el que encabeza Andrés Manuel López Obrador, las heridas y dolor están a flor de piel, se niegan a sanar y siguen manando sangre. En la memoria persisten diversos casos que no son recientes, la bruma del tiempo oculta nombres y casos cuya mejor solución fue el carpetazo y el juez último, la impunidad.
En el informe “Ya Nadie Habla de Esto”, de agosto de 2020, Artículo 19 advierte de las implicaciones acerca de atentar contra periodistas y, en consecuencia, impedir otros derechos necesarios en una sociedad tan lastimada y herida: “México ha fallado en garantizar el derecho a la verdad y a la justicia. En el contexto en que vivimos —donde al menos 60,000 personas permanecen desaparecidas, más de 250,000 han sido asesinadas en los últimos 14 años, cientos de miles han tenido que desplazarse de manera forzada y al menos 10 mujeres son víctimas de feminicidio cada día—, el derecho a la verdad es fundamental no solo para las víctimas, sino también para la sociedad”.
Por esas razones, la convocatoria a esta jornada de oración nacional en la Iglesia tiene una causa que demanda atención y justicia para vencer la impunidad además del odio provocado desde las más altas esferas. La revisión de las condiciones de los profesionales de la comunicación, de aquellos que han asumido con responsabilidad este deber, no para congraciarse ni ser agradables al poderoso, es imperativo cuando los mecanismos de protección ya no son suficientes para garantizar la seguridad e integridad de las mujeres y hombres cuyo oficio les ha traído la incertidumbre en torno a la protección de su vida.
En 1923, Pío XI declaró a san Francisco de Sales patrono de los escritores y periodistas por el ahínco por el cual defendió la difusión de las ideas y propagó sus opiniones a través de panfletos y hojas sueltas. Para festejar su memoria cada 24 de enero, el pontífice propuso al doctor de la Iglesia como modelo porque los profesionales de la comunicación “nunca deben transigir en lo que respecta a la verdad ni, por temor a ofender a un oponente, minimizarla o disimularla… para rebatir el error y vencer las asechanzas de los malvados, pero siempre de manera que demuestren claramente que están animados por los más altos principios y movidos únicamente por la caridad…”
Efectivamente, hoy como nunca, y en esta pluralidad social, la Iglesia católica propone esta jornada como señal y signo. Para reconstruir la paz, se debe vencer a la impunidad y realizar la justicia por aquellos quienes cayeron en el cumplimiento de su trabajo. En memoria y justicia para todas las y los periodistas asesinados.