Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco presidió un acto conmemorativo de los diez años del Primer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares con un discurso mordaz y crítico de la cultura de descarte, consumo y privilegio que se acrisola en el orbe entero. A los participantes del emotivo reencuentro les recordó que hace una década "plantamos una bandera: Tierra, techo y trabajo. Que son derechos sagrados", ha dicho el pontífice.
En el simposio Plantando bandera a la deshumanización , el Santo Padre ha retomado algunos de sus planteamientos más críticos contra la economía criminal, la corrupción y el darwinismo social; y ha compartido con los liderazgos de los movimientos populares su perspectiva respecto a los desafíos contemporáneos: "¡Cómo quisiera que las nuevas generaciones encontrasen un mundo mucho mejor al que recibimos nosotros! Sin embargo, tal vez podría decirles que nuestra posteridad va a recibir uno peor: ensangrentado por guerras y violencia, herido por una creciente desigualdad, devastado por la expoliación de la naturaleza, alienado por modos deshumanizados de comunicación, completamente desinformado por formas interesadas de gestión de la información, sin paradigmas políticos, sociales y económicos que marquen el camino, con pocas utopías y enormes amenazas".
El pontífice reconoció que en la lucha por el desarrollo de los pueblos con justicia y dignidad, la misión de los movimientos populares es trascendente: "Si el pueblo pobre no se resigna, entonces el pueblo se organiza: Persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social", animó a los luchadores sociales y les reconoció: "Ustedes no se achican, ustedes van al frente. Tampoco trazan planes en el aire. Una cosa que me gusta es que no se quedan en documentos ideológicos, no se la pasan de conferencia en conferencia, en 'jarabe de pico' [un tipo de discurso lleno de descalificaciones, palabras vacías, exageraciones, vanas promesas y vaticinios]".
Francisco aseguró que su postura respecto a estos temas no tiene un fundamento ideológico sino evangélico. "Nada de ideología aquí: El pueblo [...] Sigo creyendo -compartió el pontífice- que de la acción comunitaria de los pobres de la tierra, depende no sólo su propio futuro, sino también el de toda la humanidad. De los pobres dependemos todos, todos, también los ricos. Lo dije al principio del pontificado: Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas fundamentales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo. La inequidad es raíz de los males sociales".
Esto no es comunismo
A lo largo de su intervención, aderezada de experiencias personales y anécdotas de su familia, el Papa insistió en que la opción preferencial de la Iglesia son los pobres: "La Iglesia habla para todos pero no puede sustraerse de la centralidad de los pobres en el Evangelio y esto no es comunismo, es Evangelio puro. No es el Papa sino Jesús que los pone al centro, en ese lugar. Es una cuestión de nuestra fe y no se puede negociar. Si no aceptas esto no eres cristiano".
"Lamentablemente -acusó- son usualmente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o de la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan la avaricia con ideología y entonces presionan a los gobiernos para que sostengan más políticas que los favorezcan económicamente".
Aunque el pontífice hizo un sentido reconocimiento a los empresarios del mundo (que participan en la creación de empleo y el desarrollo social), denunció que los frutos del desarrollo económico no se distribuyen bien: "Esta es una realidad evidente que si no se modifica va a generar problemas cada vez mayores", alertó.
Ante ideologías posmodernas que consideran a la justicia social como un mal humano; el papa Francisco aclaró que la justicia social es "para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados; si no hay esto, la lógica del descarte material y la lógica del descarte humano se va a extender dejando a su paso violencia y desolación".
"Rezo para que los económicamente poderosos salgan del aislamiento, rechacen la falsa seguridad del dinero y se abran para compartir bienes que tienen un destino universal", aseguró.
Los pobres no pueden esperar
Para el Santo Padre, el cambio de las dinámicas de avaricia y descarte en la humanidad no son sencillas; y, sin embargo, los pobres no pueden esperar: "Si los movimientos populares no reclaman, si ustedes no gritan, no luchan, no despiertan conciencias, las cosas van a ser más difíciles [...] ¿Ustedes creen que los más ricos van a compartir lo que tienen con los demás o van a seguir acumulando insaciablemente?", cuestionó.
Francisco además compartió una preocupación que le surge del análisis contemporáneo: una actitud de elogiar la acumulación de riqueza como una virtud humana. "Avanza una forma perversa de ver la realidad: ver la acumulación de la riqueza como si fuera una virtud. Acumular no es virtuoso, distribuir sí lo es [...] La competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, es una actitud enfermiza, un camino a la perdición, una conducta irresponsable, inmoral, irracional, destruye la creación y divide a los pueblos. No dejemos de denunciarla".
Por el contrario, dijo que todo trabajo a favor de las causas sociales debe contar con tres atributos: cercanía, misericordia y compasión. El Papa lamentó que las ideologías deshumanizadas promueven hoy en el mundo "una cultura muy fea: la cultura del ganador. Que es un aspecto de la cultura del descarte. Algunos llaman a esto meritocracia".
El pontífice explicó: "Hay gente que, parada sobre ciertos éxitos mundanos, se siente con el derecho de despreciar de forma altanera a los perdedores. Es paradójico que muchas veces las grandes fortunas poco tienen que ver con los méritos: son rentas, herencias, fruto de la explotación de las personas y la expoliación de la naturaleza, fruto de la especulación financiera o elevación impositiva, de la corrupción o el crimen organizado. En general muchas fortunas se amasan así. Nadie meritorio o sin mérito tiene derecho de mirar de arriba a abajo al otro, como si no valiera nada. Esa actitud altanera es lo contrario de la compasión, regodearse en la propia supremacía con los que están peor"
En su mensaje, Francisco se detuvo a reflexionar a detalle cierta tentación humana muy actual: "Mirar desde lejos, desde arriba, con indiferencia, mirar con desprecio y odio". Alertó que ese tipo de mirada es el fermento de graves problemáticas sociales y culturales incluso porque con esa mirada, dijo el pontífice se gesta la violencia: "Así se gesta el silencio de la indiferencia. Y ese silencio indiferente es el que habilita el rugido del odio. El silencio frente a la injusticia abre paso a la división social; la división social abre paso a la violencia verbal; la violencia verbal, a la violencia física; y la violencia física, a la regla del todos contra todos".
“Me hicieron ver un video de una represión que hubo, la semana pasada: obreros, gente que luchaba y que exigían sus derechos. Y la policía los rechazaba con lo más caro que hay: con gas pimienta. [Los obreros] no tenían derecho a reclamar lo suyo y el gobierno se puso firme: en lugar de pagar la justicia, pagaron el gas pimienta [para reprimirlos]", relató el papa Francisco.
El pontífice también urgió a un cambio político para generar una sociedad distinta: "La cobardía lleva a muchos políticos a cambiar sus convicciones por sus conveniencias. Los pasaron por la amansadora de grandes medios, las redes sociales, tuvieron miedo y claudicaron. Adoptan entonces posturas servil frente a los económicamente poderosos [...] Renegar de los ideales nobles y generosos para servir al Dinero o el poder es una gran apostasía. No pasa solo con los políticos, pasa con los dirigentes sociales, sindicales, con los artistas e intelectuales… y también con nosotros, los sacerdotes. Caer en gracia a los dueños del poder real trae ventajas, ayuda a trepar en la pirámide burocrática del poder formal… pero es una traición. Esa es la esencia de la corrupción".
La corrupción por agradar a los poderosos, dijo el Papa, en ocasiones se manifiesta "de manera abierta, con discursos inhumanos que se convierten en políticas injustas por acción; otras veces pasa de manera encubierta, con discursos edulcorados que también se convierten en políticas injustas por omisión. Para descubrir de qué madera está hecho un dirigente no hay que escuchar tanto lo que dice: hay que ver lo que hace. La realidad siempre es superior a la idea".
Es por ello, que invitó a los luchadores sociales a mantenerse en el camino de "levantar a los demás, todos debemos hacerlo [porque] la actitud contraria, es dejar tirado y a veces además burlarse del caído". A los defensores de la tierra, el trabajo y la vivienda como derechos sagrados, el Papa les encomendó varias tareas: "Sigan combatiendo la economía criminal con la economía popular"; "Ustedes tienen que ser custodios de la justicia social, como la viuda del Evangelio. Esa es una táctica que nos enseño Jesús"; combatir los intereses que son globales, pero no universales; pero, sobre todo, recordar que “la justicia social sólo se entiende a partir del amor. Sin amor no somos nada. Todos tenemos obligación de hacer efectivo el amor en la vida cotidiana".
MENSAJE ÍNTEGRO del santo padre en el simposio “Plantando bandera frente a la deshumanización”