Cerocahui, Chihuahua.- La comunidad católica de la localidad de Cerocahui en la Sierra Tarahumara ha conmemorado el segundo aniversario del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, quienes fueron asesinados al intentar defender al guía de turistas Pedro Palma de un conocido líder criminal en la región cuyos actos llenaron de zozobra a la localidad por más de 24 horas. El sacerdote Javier Ávila, visible líder social de la región, aseguró que la congregación jesuita continuará su misión entre los rarámuris a pesar de los riesgos que enfrentan.
El sacerdote Javier Ávila expresó su determinación de no abandonar a la comunidad:
"Mucha gente dice que nos vamos a ir porque nuestra vida peligra, pero la vida está en juego desde que la entregamos en la Compañía de Jesús". Enfatizó que el compromiso de los jesuitas con el pueblo rarámuri sigue siendo fuerte, a pesar de la violencia que azota la región.
Desde el asesinato de los jesuitas, la seguridad en Cerocahui ha mejorado con la llegada de una considerable presencia de la Guardia Nacional, según explicó Ávila: "En Cerocahui la gente está tranquila por la presencia de la Guardia Nacional... la gente se mueve con más paz, pero en el resto de la tierra no han cambiado mucho las cosas".
Indicó, sin embargo, que la delincuencia ha cambiado su enfoque a la tala clandestina, y aunque la comunidad se siente más segura, aún existe un temor latente, especialmente por la noche.
Ávila explicó la situación antes del asesinato de los jesuitas, señalando que el autor de los homicidios, José Noriel Portillo Gil, controlaba la región con impunidad: "Este sujeto, el autor de los homicidios, era el dueño, tenía el sartén por el mango... todo el mundo le temía; él llegaba con tranquilidad y con libertad al pueblo". Tras su muerte, la situación no ha mejorado significativamente, y la lucha por el control territorial entre los grupos criminales continúa.
Para la Compañía de Jesús, el asesinato de los sacerdotes significó un momento de reafirmación en su misión. Javier Ávila señaló que este hecho "nos reafirmó tanto la misión como nuestro compromiso con este pueblo, nuestra misión de caminar con ellos, al servicio de ellos, de ser para los demás hasta dar la vida por ellos". Reiteró que los jesuitas seguirán presentes en la región: "Yo lo dije, lo digo, ‘no nos vamos a ir de aquí’".
Las tradiciones religiosas de la comunidad tarahumara, profundamente arraigadas, incluyen danzas y festividades. Ávila explicó: "La oración de los tarahumaras es el baile... dicen que Dios los puso en el mundo para cuidar el mundo porque nosotros nos lo estamos acabando".
Para conmemorar a los sacerdotes asesinados, se llevará a cabo una caravana desde el lugar donde se encontraron los cuerpos, con paradas en lugares significativos para la comunidad. Además, habrá una celebración religiosa con la participación de los ‘matachines’, que bailarán durante toda la noche, y una misa presidida por el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González, y el obispo de una diócesis vecina.
El asesinato de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora ha dejado una huella profunda en la comunidad de Cerocahui y en la Sierra Tarahumara en general. La conmemoración de su aniversario no solo recuerda su sacrificio, sino que también refuerza el compromiso de la Iglesia con la paz y la justicia en la región. La comunidad, aunque afectada por la violencia, sigue adelante con el apoyo y la presencia continua de la Compañía de Jesús.