San Cristóbal de las Casas, Chiapas.- Mientras el gobierno promueve la "Ruta de las Culturas Mayas" como detonante económico, comunidades locales denuncian destrucción y devastación; por ello, el obispo Rodrigo Aguilar Martínez advirtió que la construcción de la autopista Palenque-Ocosingo enfrenta una profunda división: si bien la obra se presenta como ideal de progreso, los pueblos originarios rechazan el trazado por invadir cerros, manantiales y sitios sagrados donde, según sus creencias, "se encuentra lo divino en la creación".
En declaraciones tras la misa dominical en la Catedral de San Cristóbal, el obispo de San Cristóbal de las Casas expuso el conflicto: "Prevalece el deseo de muchos por un traslado más ágil —nosotros mismos lo deseamos—, pero los pueblos comentan que la ruta invade lugares sagrados. Su fe de encontrar a Dios en determinados lugares queda afectada. No puedo rechazar esa fe".
Aguilar Martínez, conocido por su trabajo con comunidades tseltales y ch’oles, subrayó la urgencia de hallar equilibrio entre desarrollo y respeto espiritual: "Necesitamos una vialidad que no dañe la historia de los pueblos".
Voces en conflicto: 'Progreso' vs 'Territorio Vivo'
El gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, durante un acto oficial el pasado 8 de junio aseguró que "es el anhelo de años para la región norte-selva. Será detonante de desarrollo social, económico y turístico. Pertenece a las comunidades y respetará la biodiversidad".
La obra, se anunció, conectará 72 km entre zonas arqueológicas y reducirá viajes de 3.5 a 1 hora. No obstante, el movimiento popular en la Defensa de la Vida y el Territorio alertan: "No tiene aprobación legítima de los pueblos. Destruirá selvas, ríos, manantiales sagrados y alterará nuestra vida comunitaria".
El Gobierno Comunitario local denuncia que el trazado actual cruza 4 sitios ceremoniales y 12 nacimientos de agua en territorio tseltal.
Las tensiones no quedan sólo en ellas: El gobierno asegura que el desarrollo económico redundará en 42 comunidades; pero la construcción causaría la destrucción de K'uxul J'tatik (Cerro del Corazón Sagrado); mientras la autoridad asegura que se "respeta a biodiversidad", los lugareños denuncian la tala de mil 200 hectáreas de selva mediana.
Una más, el gobierno asegura el acceso a zonas turísticas que pueden redundar en beneficios económicos locales, la comunidad empero afirma que se alterará irremediablemente el Ch'enul Ha' (Manantial de los Antepasados).
Y es que para los pueblos mayas de la región, los sitios afectados no son "recursos" sino entidades vivas; por ejemplo, los cerros (Witz) son moradas de ancestros y dioses; y los manantiales (Ha') son venas de la Madre Tierra. Así, la autopista fragmentaría el Itinerario Ritual de la Lluvia, ruta ceremonial de 200 km que data del período clásico maya.
Vía hacia el diálogo
En medio de esta confrontación, el obispo Aguilar Martínez propone que ambas partes participen de una revisión técnica independiente del trazado abierta al parecer de los ancianos indígenas y de las comunidades involucradas; realizar una "cartografía espiritual" que es el mapeo de sitios sagrados excluidos en estudios de impacto. Y finalmente, garantizar mecanismos formales de reparación cultural si el daño sobre el territorio es inevitable.