Babgkok, Tailandia.- Cooperación, encuentro y servicio. El segundo día de actividades del papa Francisco en su viaje apostólico al Reino de Tailandia insistió en estos valores para los católicos en esta región del sudeste asiático
El pontífice acudió a la parroquia de San Pedro en la capital tailandesa para encontrarse con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas de la nación asiática; el obispo Joseph Pradhan Sridarunsil dio la bienvenida a Francisco y presentó a Benedetta Jongrak Donoran, hoy postulante a la Congregación de las Misioneras de María, quien se convirtió del budismo al catolicismo a través la oración, el rezo del Rosario, la asistencia a Misa y mediante el trabajo de caridad con niños discapacitados.
“En mi familia todos son budistas y viven de acuerdo con sus enseñanzas, la cuales yo también seguía: hacer el bien es lo que nos libera y nos conduce al paraíso…con el tiempo pude sentir la Palabra de Jesús trabajar desde dentro de mi corazón como una navaja. Estaba intranquila por las exigencias de su palabra; y, sin embargo, nunca quise renunciar… ahora seguiré buscando la voluntad de Dios porque la Palabra de Dios no es solamente texto escrito en un libro, sino Verbo que tiene y da vida”.
El Papa retomó el testimonio de Benedetta para compartir dos reflexiones a los sacerdotes y religiosas: que la misión cristiana está llamada a compartir alegría, un horizonte bello, nuevo y sorprendente; y que la inculturación del Evangelio pasa por la confianza de “darle rosto y carne tailandesa a la fe”.
“Para muchos la fe cristiana es una fe extranjera, es la religión de los extranjeros. Esta realidad nos impulsa a buscar la manera de animarnos a confesar la fe en dialecto, a la manera que una madre le canta canciones de cuna a su niño. Con esa confianza darle rostro y carne tailandesa, que es mucho más que realizar traducciones. Es dejar que el Evangelio se desvista de ropajes buenos pero extranjeros, para sonar con la música que a ustedes les es propia en esta tierra y hacer vibrar el alma de nuestros hermanos con la misma belleza que encendió nuestro corazón”.
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Zambullirse en realidades nuevas
Ante el cardenal arzobispo de Bangkok, Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, los obispos de Tailandia y los miembros de la Federación de los Obispos de Asia, el papa Francisco les pidió recordar las “raíces misioneras” del cristianismo en el continente oriental ante la preparación por el 50 aniversario de la federación.
“Ustedes viven en medio de un continente multicultural y multirreligioso, de gran belleza, prosperidad, pero probado al mismo tiempo por una pobreza y explotación extendida a varios niveles… cargan sobre sus hombros las preocupaciones de sus pueblos, al ver el flagelo de las drogas y el tráfico de personas, la necesidad de atender un gran número de migrantes y refugiados, las malas condiciones de trabajo, la explotación laboral experimentada por muchos, así como la desigualdad económica y social que existe entre los ricos y pobres”.
En ese sentido, el pontífice les recordó la memoria de los misioneros: “El impulso del Espíritu Santo sostuvo y motivó a los apóstoles y a tantos misioneros a no descartar ninguna tierra, pueblo, cultura o situación. No buscaron un terreno con garantías de éxito; al contrario, su garantía residía en la certeza que ninguna persona y cultura estaba de antemano incapacitada para recibir la semilla de vida, de felicidad y especialmente de la amistad que el Señor le quiere regalar. No esperaron que una cultura fuera afín o sintonizara fácilmente con el Evangelio; por el contrario, se zambulleron en esas realidades nuevas, convencidos de la belleza de la que eran portadores”.
Por un cambio de paradigma
El Papa dejó el Santuario del Beato Nicolás Bunkerd Kitbamrung para acudir a la Universidad Chulalongkorn y sostener un encuentro con los representantes de las diferentes comunidades y expresiones religiosas en la nación.
En su discurso, Francisco apremió por el reconocimiento y la valoración entre las religiones: “es aún más apremiante para la humanidad actual; el mundo de hoy se enfrenta a problemáticas complejas, como la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales”.
Apuntó que las bases sólidas de la sociedad actual deben estar ancladas en la dignidad de las personas, la promoción de un humanismo integral y la defensa de la casa común; incluso en un nuevo paradigma para atender la resolución de conflictos:
“Ninguna región ni sector de nuestra familia humana puede pensarse o construirse ajena o inmune a las demás. Son todas situaciones que, a su vez, nos exigen aventurarnos a tejer nuevas formas de construir la historia presente sin necesidad de denigrar o denostar a nadie. Se acabaron las épocas donde la lógica de la insularidad podía predominar en la concepción del tiempo y del espacio, e imponerse como mecanismo válido para la resolución de conflictos. Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”.
Finalmente, el papa Francisco celebró junto a los obispos asiáticos y los jóvenes la Santa Misa en la Catedral de la Asunción de Bangkok. La mañana del sábado, tras celebrar misa en privado, el pontífice partió rumbo a Japón para continuar su viaje apostólico. Sobrevoló las naciones de Laos, Vietnam, China, Hong Kong y Taiwan antes de ser recibido por el viceprimer ministro de Japón, Tarō Asō, dos niños con trajes tradicionales y cien estudiantes de escuelas católicas.in