Roma, Italia.- El cardenal Willem Eijk, arzobispo de Utrecht, destacó un fenómeno inesperado: el creciente número de jóvenes que descubren y abrazan el catolicismo a través de la Internet y las redes sociodigitales, incluso en medio de una cultura que en ámbitos de la bioética promueve el aborto y la eutanasia. En declaraciones a The Pillar tras su ponencia en el Tercer Congreso Internacional de Bioética de la Fundación Jérôme Lejeune (2-3 de junio), el purpurado afirmó que estos jóvenes son parte de un "cambio generacional" que exige claridad doctrinal.
Eijk contrastó las crecientes cifras de aborto —casi un millón por año en Estados Unidos— y leyes como la eutanasia en Francia, con una tendencia esperanzadora: "En los últimos años, he visto en los Países Bajos un número creciente de jóvenes cada año que piden ser admitidos en la Iglesia". Su vía de acceso, sorprendente: "Estos jóvenes descubren a Cristo y el Evangelio, así como las enseñanzas morales de la Iglesia, a través de internet, TikTok y redes sociales".
El purpurado, que estará en México en este mes para presentar una ponencia en el contexto del simposio 'El Don de la Vida y la Ciencia Moderna: Avances sobre Placentas y Úteros Artificiales en Humanos” en la Universidad Pontificia de México, organizado por el Centro de Estudios de Familia, Bioética y Sociedad (CEFABIOS), subrayó la tendencia de las nuevas generaciones: "Están inclinados a aceptar toda la doctrina de la Iglesia" y a mostrar una "actitud menos negativa" hacia la fe en Holanda. Lo anterior, le hace vislumbrar una Iglesia más pequeña pero sólida: "El papa Benedicto XVI siempre habló de una minoría creativa que puede iniciar una nueva cultura".
Al conmemorar los 30 años de la encíclica Evangelium vitae (Juan Pablo II), Eijk reconoció su vigencia pero advirtió vacíos ante nuevos desafíos: "Evangelium vitae no habla del problema del género [...] no era tan extendido en 1995". Aunque el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha emitido declaraciones, abogó por "una nueva encíclica que aborde nuevas técnicas".
Recordó al genetista Jérôme Lejeune —cuya fundación organizó el congreso— como modelo de coherencia: "Fue un ferviente defensor del valor intrínseco de la vida humana", aun cuando eso lo convirtió en "una especie de outsider". Reveló un encuentro revelador con él siendo seminarista: "Me dijo: ‘Quizás algún día seas obispo, así que debes anunciar la verdad’".
Frente a divisiones en la Iglesia, el cardenal fue contundente: "Restablecer la unidad [...] debe venir de una proclamación de la fe que sea clara e inequívoca". Criticó la ambigüedad pastoral: "Cuando la gente percibe ambigüedad, empiezan a confundirse".
Compartió experiencias pastorales exitosas en su diócesis: cursos prematrimoniales donde se explica la teología del cuerpo y la anticoncepción. La respuesta de los jóvenes: "‘Oh, qué hermoso. Nunca habíamos oído eso’". Destacó el contraste generacional: "Algunos mayores eran más críticos, eran los rebeldes de los años 60, 70 y 80 [...] Esto muestra un cambio generacional".
Consultado sobre qué aconsejaría a León XIV —que prometió responder a los problemas sociales con fidelidad—, Eijk fue contundente: "Debemos ser claros en la enseñanza, sin ambigüedades [...] Claros y valientes en enseñar [...] la doctrina moral católica".
Aunque reconoció el declive numérico ("He tenido que cerrar muchas iglesias"), se aferra a la calidad: "La cantidad de fieles está disminuyendo [...] pero la calidad está aumentando". Su conclusión resume su esperanza: "No debemos preocuparnos tanto por el número de fieles, sino por la calidad de los fieles.