Ciudad del Vaticano.- A través de un escueto comunicado, la Santa Sede finalmente se ha pronunciado por los eventos suscitados tras el espectáculo de la inauguración de los Juegos Olímpicos en París del 24 de julio pasado; la Iglesia católica se declaró "entristecida por algunas escenas de la ceremonia de apertura" y se solidarizó con voces de creyentes y cristianos que se han manifestado en el mismo sentido.
"La Santa Sede [...] no puede sino unirse a las voces que se han alzado en los últimos días para deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones", dice el comunicado en relación al montaje de un show de travestismo liderado por una DJ en la que se hicieron guiños a la representación plástica renacentista de la 'Última cena', un pasaje trascendental de los relatos evangélicos en el que Jesús instituye la Eucaristía, a través de la bendición del pan y el vino, en compañía de sus discípulos.
En días pasados, diversas campañas espontáneas de fieles católicos y algunos liderazgos eclesiásticos convocaron a manifestarse contra el Comité Olímpico Internacional (COI) por haber patrocinado y permitido que en el espectáculo de la ceremonia de inauguración se hicieran referencias simbólicas a la 'Última cena', pintura de Leonardo Da Vinci en el refectorio de la iglesia de Santa María de la Gracia en Milán. Según los fieles ofendidos, la representación de esa escena con una mujer obesa en el lugar de Jesús y personajes travestidos, queer y una niña en lugar de los apóstoles implica una ofensa a los sentimientos religiosos de los cristianos.
De inmediato, tanto las autoridades del COI como la dirección creativa de la ceremonia explicaron que la referencia artística del performance correspondía a una obra del siglo XVII de la escuela renacentista neerlandesa y culpó a la audiencia de ignorar dicha asociación simbólica.
Sin embargo, la polémica continuó en muy diversos modos: en la disminución de exposición de los videos de la ceremonia en varias plataformas de difusión, en el retiro de patrocinios de empresas a los JJOO en solidaridad con la comunidad ofendida y hasta en la denuncia que el director artístico del espectáculo de presuntas amenazas de muerte recibidas de manos de fanáticos religiosos.
Algunos sectores políticamente ubicados en el 'conservadurismo católico' hicieron también reclamos al papa Francisco y a la Santa Sede de no pronunciarse respecto a este asunto y lo llamaron 'tibio' y hasta 'cómplice' de la agenda global que promueve en todos los espacios culturales y mediáticos la sobrerrepresentación de lo queer y lo LGBT.
En los primeros días de agosto se divulgó una carta supuestamente firmada por 27 jerarcas católicos (entre cardenales, arzobispos y obispos) liderada por el cardenal Raymond Burke en la que se calificó de "grotesca y blasfema" la representación de la 'Última cena'. Y también se afirmó que el acto "profanó la fe" de más de dos mil millones de personas.
La carta de los obispos (la gran mayoría firmantes de los Estados Unidos y África, sólo dos de América Latina) "exige en nombre de todos los cristianos que el Comité Olímpico repudie este acto blasfemo y pida disculpas a todos los hombres de fe"; también, cuestiona la recurrencia de este tipo de ofensas específicamente a la fe cristiana: "es difícil imaginarse que cualquier otra religión habría sido deliberadamente expuesta a un escarnio tan odioso ante un público internacional".
Fue hasta después de la divulgación de esta carta cuando la Santa Sede hizo su declaración institucional: "En un acontecimiento prestigioso, en el que el mundo entero se une en torno a valores comunes, no debería haber alusiones que ridiculicen las convicciones religiosas de muchas personas. La libertad de expresión, que evidentemente no se cuestiona, encuentra su límite en el respeto a los demás".