Ciudad del Vaticano.- En la Santa Misa por el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes, el papa León XIV señaló que la misión de la Iglesia ya no se define por “partir”, sino por “permanecer” para acoger, solidarizarse y anunciar a Cristo desde la compasión; espescialmente en lo referente a la acogida y acompañamiento a las personas migrantes y refugiadas.
El pontífice delineó un cambio histórico en la concepción católica de la misión, al afirmar que “hoy se abre en la historia de la Iglesia una época misionera nueva”; señaló que el fenómeno migratorio actual exige un replanteamiento de la acción pastoral.
“Si por un largo periodo hemos asociado la misión con el ‘partir’, el ir hacia tierras lejanas (…) hoy las fronteras de la misión ya no son las geográficas, porque son la pobreza, el sufrimiento y el deseo de una esperanza mayor las que vienen hacia nosotros”.
El pontífice describió los dramas humanos detrás de las migraciones: “el drama de su fuga de la violencia, el sufrimiento que los acompaña, el miedo a no lograrlo, el riesgo de peligrosas travesías a lo largo de las costas del mar, su grito de dolor y desesperación”. Frente a esto, advirtió que “esas barcas que esperan avistar un puerto seguro (…) no pueden y no deben encontrar la frialdad de la indiferencia o el estigma de la discriminación”.
Por ello, declaró que la respuesta misional actual no se centra en la partida, sino en la presencia solidaria. Y abundo en que el “permanecer” implica “quedarnos para mirar a la cara a aquellos que llegan desde tierras lejanas y sufrientes, permanecer para abrirles los brazos y el corazón, acogerles como hermanos, ser para ellos una presencia de consolación y esperanza”.
Retomando el concepto del papa Francisco, León XIV afirmó que este nuevo enfoque exige constituirnos todos en un "estado permanente de misión" y explicó dos compromisos fundamentales para esta nueva etapa: la cooperación misionera entre Iglesias y el fomento de las vocaciones misioneras.
Sobre la cooperación, señaló que “la presencia de muchos hermanos y hermanas del sur del mundo debe ser acogida como una oportunidad, para un intercambio que renueva el rostro de la Iglesia”. Respecto a las vocaciones, hizo un llamado específico a la Iglesia europea para un “nuevo impulso misionero”.
Al dirigierse directamente a los migrantes, el Papa les aseguró: “son siempre bienvenidos”. Y añadió: “Los mares y los desiertos que han atravesado, en la Escritura son ‘lugares de salvación’, en los que Dios se hizo presente para salvar a su pueblo”.