Ciudad del Vaticano.- En la audiencia general del 15 de octubre, el papa León XIV dirigió una reflexión sobre la condición humana y la esperanza cristiana. Ante una multitud de más de 50 mil personas, el pontífice contrastó el optimismo, al que calificó de "decepcionante", con la esperanza que surge de la resurrección de Jesús.
“Quisiéramos ser felices, pero es muy difícil serlo continuamente y sin sombras”, expuso León XIV. Señaló que el hombre lleva dentro “el deseo irreprimible” de superar sus limitaciones, lo que genera en su corazón un “deseo abismal” y la sensación de que “siempre le falta algo”.
Frente a esta paradoja, el Papa declaró que los seres humanos “no fueron creados para la carencia, sino para la plenitud, para disfrutar de la vida, y de la vida en abundancia”. Aclaró que esta plenitud no se encuentra en elementos terrenales: “No [está] en los roles, ni en el poder, ni en las posesiones”, sino en la certeza que brinda la esperanza cristiana.
León XIV estableció una diferencia crucial entre el optimismo y la esperanza:
“A diferencia del optimismo, que decepciona, la esperanza es segura porque encuentra su garantía en Cristo resucitado”. Afirmó que Jesucristo "es la fuente viva que no se agota ni se desvanece”, y que es el único capaz de responder a las preguntas más profundas.
El pontífice advirtió sobre las consecuencias de vivir sin esta perspectiva: “Sin su amor, el camino de la vida se convertiría en un vagabundeo sin meta, un trágico error sin destino”.
Recordó que el error “forma parte de nuestra humanidad” y proviene de la “herida del pecado”, pero concluyó con un mensaje de superación: “Resurgir, en cambio, significa levantarse y ponerse de pie”.