Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- Las causas de la violencia y la crisis en el tejido social del sureste mexicano se encuentran en la "pérdida del sentido comunitario" denunció el arzobispo José Francsico González González, metropolitano de la capital chiapaneca, al finalizar la misa dominical y fiesta de Pentecostés en la Catedral de San Marcos.
Por el contrario, consideró que entre las riquezas de las poblaciones originarias y los poblados tradicionales aún sobrevive dicho sentido comunitario: "No dejemos que se pierda; porque la comunidad nos hace fuertes. Sólo estando juntos podemos hacer frente a los desafíos y salir adelante", refirió.
En su reflexión, el arzobispo de Tuxtla Gutiérrez pidió a la población chiapaneca a colaborar y participar en los grandes proyectos que requiere la entidad; puesto que sólo a través de la participación ciudadana, los proyectos se hacen realidad y traen beneficios compartidos para las comunidades.
El trabajo colaborativo y en unidad, dijo, son indispensables "para los grandes temas que están pendientes en el estado, como la educación, el acceso a la salud, el cuidado del medio ambiente, la protección del derecho humano al agua", entre otros.
"Cuando estamos aislados, divididos, somos vulnerables; por eso el llamado desde aquí es a recuperar el sentido comunitario, porque precisamente necesitamos eso", explicó.
Revertir estigma migratorio
El arzobispo también abogó por las personas en condición de vulnerabilidad y pobreza como los destinatarios centrales de los esfuerzos comunitarios; lamentó que muchas de esas familias tengan que migrar y huir de sus tierras, con miedo por la violencia o por falta de oportunidades buscando una mejor vida. Explicó que la migración en búsqueda del 'sueño americano' se ha hecho "casi imposible" debido a los cambios políticos y a la violencia en el país.
Con todo, aseguró que las autoridades y liderazgos sociales sostuvieron encuentros bilaterales para abordar el tema de la movilidad humana, "sobre todo ahora que hay un discurso alarmante de odio, de xenofobia, a quienes se les marca como criminales, se les retorna sin importar si tienen recursos, se les persigue, olvidando que están huyendo de extrema violencia y extrema pobreza".
Finalmente, el arzobispo González reiteró el llamado de la Iglesia católica para que se revierta la "criminalización sistemática" contra los migrantes y los agentes de asistencia humanitaria. Dijo que es una pena que dicha criminalización sea "muy difundida en la actualidad" por intereses políticos y económicos que buscan presentar y estigmatizar a toda la población en tránsito migratorio como un peligro "lo cual no se corresponde con el objetivo de la mayoría, que sólo están buscando trabajar y mejorar sus condiciones de vida", concluyó.