Hermosillo, Sonora.- La Iglesia católica enfrenta una crisis interna de abusos de poder, conciencia, sexuales y económicos, un problema que no puede ocultar y que debe afrontar con transparencia. Esta fue la conclusión central de Jordi Bertomeu, oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, durante el seminario arquidiocesano de Prevención de Abusos celebrado el pasado fin de semana en Hermosillo.
“No puede esconderla, está ahí. Hay miembros de la Iglesia involucrados, no muchos pero los hay”, declaró Bertomeu, enviado especial para misiones especiales en Latinoamérica. El experto reconoció que estas situaciones “duelen y avergüenzan” a la institución, pero afirmó que la negación no es una opción.
El seminario, organizado por la Arquidiócesis de Hermosillo con ponentes nacionales e internacionales, tuvo un doble objetivo: presentar las medidas para atender y sancionar los casos, y, de manera crucial, establecer protocolos de prevención para garantizar que los espacios eclesiales sean seguros para niños y personas vulnerables.
Bertomeu explicó que la crisis se extiende por al menos 25 años y va más allá de los abusos sexuales. Incluye abusos de autoridad, de poder y económicos, un reflejo de las “maneras tóxicas de ejercer el poder” que existen en la sociedad y con las que la Iglesia se contamina.
El verdadero objetivo, subrayó, no es solo la lucha jurídica, sino “luchar por tener espacios eclesiales seguros donde la gente se considere acompañada, querida y segura”.
Daniel Portillo Trevizo, experto de la Pontificia Comisión para la Protección a Menores de la Santa Sede, advirtió sobre el riesgo de estancamiento. Aunque hubo avances, alertó sobre un posible efecto “meseta” que frene la implementación eficiente de la política de tolerancia cero promovida por los últimos papas.
Para la Arquidiócesis de Hermosillo, el evento representó un paso en su compromiso por afrontar el problema. La jurisdicción cuenta con una Comisión de Protección a Menores y Personas Vulnerables para atender reportes, aunque acepta que persisten retos para lograr una tolerancia cero real y efectiva.
El evento concluyó con la convicción de que el camino para restaurar la confianza lesionada requiere de una confrontación honesta del problema y la implementación de una cultura de prevención y rendición de cuentas.