Guadalajara, Jalisco.- Al igual que decenas de sacerdotes y organizaciones católicas que realizan servicio humanitario con personas migrantes, el párroco de Nuestra Señora del Refugio, en Tlaquepaque, Jalisco, ofreció asilo a una familia que se encontraba en pleno tránsito y sufría el flagelo de migrar por territorio mexicano; sin embargo, hoy él mismo se atiene al Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas.
El sacerdote Alberto Pérez fundó en 2012 un refugio para migrantes; durante diez años ha mantenido un servicio de atención, acompañamiento y servicio a las personas que transitan por Tlaquepaque, muchos de ellos centroamericanos que hacen camino hacia los Estados Unidos; en 2019, un comando armado irrumpió en la casa parroquial amenazando al cura y exigiendo que les cediera a una familia de migrantes.
"Llegaron 10 personas armadas. Iban buscando una familia que tenía yo ahí refugiada [en la casa de migrantes]. Esa familia estaba conmigo porque el Instituto Nacional de Migración la llevó para que yo los cuidara un tiempo. Ese día, estaba conmigo mi mamá y cuatro amigas religiosas que habían llegado a cenar; a todas ellas las apuntaron con armas, solamente a mí me sometieron y golpearon. Yo tenía un dinero y por ello no se fueron con las manos vacías".
El religioso presentó una denuncia ante las autoridades; diez meses más tarde, debido a su trabajo de custodia y cuidado de personas en condición de migración, el gobierno lo inscribió en el Mecanismo de Protección como un agente promotor de derechos humanos. Por ello, desde hace dos años, hay presencia de agentes de seguridad en los espacios de trabajo del sacerdote: en la parroquia y en la Casa del Migrante.
"Diario están ellos en misa, tienen que estar en misa conmigo y lo hacen con gusto", relata a una televisora local el párroco Alberto Luis Pérez.
Con todo, las amenazas, extorsiones y hostigamientos nunca han cesado contra el ministro. De hecho, hace unos días, previo a las fiestas patronales, el cura fue nuevamente increpado por un delincuente para que pague la 'protección' que le está dando el crimen:
"La persona que ha estado llamando es una persona que se hace llamar como por sacerdote, ya retirado; empieza a decir que la seguridad que nosotros tenemos es muy buena, pero que dicha seguridad es gracias a ellos. Dice que todo tiene un costo y que tenemos que cooperar", afirma el religioso.
El sacerdote continúa bajo el mecanismo de protección pero asegura que frente a algunos flagelos sociales (como la venta de drogas, las desapariciones) ha tenido que ser más cauto en sus mensajes, homilías y sermones. Por si fuera poco, la parroquia ha debido hacer inversiones extraordinarias con cámaras de vigilancia y otros mecanismos de seguridad:
"Nos hemos percatado que al templo entran gentes armadas que me están observando constantemente", afirma.
Pérez relata además el episodio de una amenaza directa por su compromiso con los familiares de víctimas de desaparición forzada:
"Una vez puse una cartela en la puerta de mi templo con los nombres de los desaparecidos, eran más de 50. Al día siguiente la quitaron y me llegó un aviso que decía que si la volvía a poner yo iba a estar en la lista [de desaparecidos] también".
En fechas recientes, el cardenal arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, expresó su preocupación por los retenes del crimen organizado en algunas regiones de Jalisco; en respuesta, el gobernador Enrique Alfaro dialogó con el arzobispo y garantizó todos los esfuerzos de la entidad para favorecer la seguridad de la Iglesia católica y de todas las organizaciones religiosas.
ASÍ LO RELATAMOS: Retenes del crimen en México 'pan de cada día': cardenal Robles
Con todo, el cardenal Robles compartió a los medios que también solicitó a los ministros de culto a no moverse solos en carreteras y localidades aisladas del estado así como hacerlo en horarios diurnos y ser prudentes cuando existan tensiones de violencia en localidades o municipios. (Información N+)