Ciudad del Vaticano.- El papa León XIV hizo un enérgico llamado a la Iglesia para convertirse en "pescadores de familias", especialmente de aquellas "espiritualmente más distantes", durante un seminario organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida los días 2 y 3 de junio. El mensaje del pontífice enfatizó la urgencia de una nueva evangelización familiar ante desafíos como la "privatización de la fe" y la influencia de modelos de vida "ilusorios".
El seminario, titulado “Evangelizando con las familias de hoy y de mañana. Desafíos eclesiológicos y pastorales”, reunió a expertos justo después del Jubileo de las Familias, los Niños, los Abuelos y los Ancianos. El Papa destacó la "solicitud maternal de la Iglesia" hacia las familias, definidas como "miembros vivos del Cuerpo Místico de Cristo" y "primer núcleo eclesial" encargado de transmitir la fe.
León XIV señaló la paradoja de una época con "creciente búsqueda de espiritualidad", especialmente entre jóvenes "ávidos de relaciones auténticas", pero donde muchas familias "por diversas razones, están espiritualmente más distantes". Criticó cómo una "privatización cada vez más difundida de la fe" impide a muchos conocer "las riquezas y los dones de la Iglesia, lugar de gracia, de fraternidad y de amor".
Alertó sobre los peligros de los "falsos asideros" que ofrecen los modelos de vida ilusorios, donde "no hay espacio para la fe", y señaló el papel nocivo de las redes sociales cuando son "vehículos de mensajes engañosos". Subrayó necesidades concretas: jóvenes que eligen la convivencia requieren que alguien les muestre "de manera concreta y comprensible, sobre todo con el ejemplo de vida, qué es el don de la gracia sacramental"; y padres que necesitan comunidades que les sostengan para crear espacios donde sus hijos encuentren a Jesús, "lugares en los que se realiza aquella comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo".
El Papa hizo una crítica a enfoques pastorales del pasado: "Cuántas veces... hemos olvidado esta verdad y presentado la vida cristiana principalmente como un conjunto de preceptos que deben respetarse". Esto, afirmó, llevó a sustituir "la maravillosa experiencia del encuentro con Jesús" por "una religión moralista, onerosa y poco atractiva". Citando a San Agustín, recordó que el mayor error es "pretender que la gracia de Cristo consiste en su ejemplo y no en el don de su persona".
Volver a ser pescadores
Frente a este panorama, León XIV lanzó su propuesta central: "corresponde ante todo a los obispos... echar la red al mar convirtiéndose en ‘pescadores de familias’". Pero extendió la responsabilidad a todos los laicos, llamados a ser "‘pescadores’ de parejas, jóvenes, niños, mujeres y hombres de toda edad y condición", recordando que por el Bautismo cada creyente es "‘piedra viva’ para la construcción del edificio de Dios ‘en la comunión fraterna, en la armonía del Espíritu, en la coexistencia de la diversidad’".
Invitó a la Iglesia a "ir en busca de estas familias que, solas, ya no se acercan" y a "saber cómo caminar con ellas". Reconoció las heridas de muchas familias, pero instó a no desanimarse, citando la Amoris Laetitia: "el Evangelio de la familia también nutre las semillas que aún esperan madurar y debe cuidar los árboles que se han marchitado".
El pontífice delineó el camino pastoral: "promover el encuentro con la ternura de Dios, que valora y ama la historia de cada persona". Esto implica rechazar respuestas apresuradas y priorizar el "acercarnos a las personas, escucharlas, intentar comprender con ellas cómo afrontar las dificultades". Subrayó la necesidad de flexibilidad: "estar dispuestos a abrirnos... a nuevos criterios de evaluación y diferentes maneras de actuar, porque cada generación es diferente".